jueves, 29 de septiembre de 2011

A BUENAS HORAS MANGAS VERDES


Vale pues, una vez descubierto que el tal Rastani que presumía de master del universo financiero y que apenas es otra cosa que un soplapollas integral que de inversor serio -¿esto no es una contradicción in terminis? tiene lo que yo de latin lover o persona sensata, moderada y abstemio, eso y la enesíma prueba de que medios tan reputados como la BBC, qué tiempos en los que citar a la BBC era garantía de seriedad, independencia y bla, bla, bla, están entregados de lleno al periodismo basura que ni contrasta sus fuentes, ni se molesta en hacer una criba de sus invitados en base a criterios tan nimios como los datos del currículo de cada cual, cualquier cosa con tal de que la emisión del día sea lo más impactante posible para dejar boquiabierta a la audiencia, y si puede ser indignada mejor que bien, antes que informada, vamos a hablar de personas serias que nos aportan su granito de arena dentro del terreno en el que se mueve, que conocen de cerca y de verdad, para intentar comprender algo de esta crisis que nos está jodiendo la marrana por todas partes y a todos los niveles.

Me refiero en este caso a Florence Noiville, exalumna de la Escuela de Estudios Superiores de Comercio de París, cuna de algunos de los más altos dirigentes económicos de los últimos años como el ínclito, y por lo que parece en permanente celo o algo así, Dominique Strauss Kahn. Resualta que esta economista ha escrito un libro muy jugoso en el que carga contra las escuelas de negocios de élite como culpables del cachondeo finaciero que ha originado la crisis que padecemos. Noiville lo explica tal que así en una entrevista que le hacen en el diario PUBLICO:

En los años ochenta te hacían creer que eras el mejor, el líder del mañana. Te inculcaban una arrogancia estúpida e inaceptable viendo a lo que nos ha conducido. Era el triunfo de la avaricia. El concepto del dinero como valor supremo. Nos preparaban para movernos en un entorno donde lo único que importaba era conseguir más y más beneficios cada vez en menos tiempo. A quienes se dedicaban al marketing les formaron para hacer una campaña detrás de otra y convencer al mundo de que tenía que consumir cada vez más y más rápido.

Ellos no quieren verlo. Las élites financieras son cada vez más ricas y no sólo los pobres son más pobres, sino que se ha creado una clase que sufre mucho la crisis que es la de los trabajadores pobres: mal pagados y aguantando recortes de sueldo y unas pésimas condiciones laborales. Es intolerable que empresas con beneficios sigan despidiendo gente porque quieren dar más beneficios a sus accionistas. Es urgente darse cuenta que esto sólo puede desembocar en tensiones sociales que nadie sabe si serán manejables.

Arrogancia y avaricia, ni más ni meno que aquello en lo que pensabas desde hacia muchos años cuando a tu ínfima escala oías hablar a tipos que se las daban de listos como nadie porque presumían de saber de qué iba la cosa, lo que había que hacer para triunfar en la vida, la fórmula del éxito rápido y fácil que excluía entre otras cosas conceptos como la ética del trabajo, el respeto al prójimo y a tu entorno, el orgullo de la mercancía bien hecha, del valor real de la misma. Eso eran cosas de idealistas o tontos del culo, si es que para ellos no viene a ser lo mismo, gente en todo caso con alma de perdedores, mediocres les llamaban, algunos incluso hablaban, con el infinito desprecio de los tontos que no saben cuantificar cuanto de su suerte se debe al mero azar o a los insólito o injusto de unas circunstancias concretas, de cuentos de viejos, de sus padres o abuelos como ejemplos de verdaderos emprendedores desde la nada, o por lo menos del respeto hacia sus antecesores, que ya estaban obsoletos porque no casaban con los nuevos tiempos del coge el dinero, corre y no mires atrás, tonto el último, tonto mi viejo o mi abuelo porque estuvieron trabajando toda su vida para reunir una pequeña fortuna y yo me lo he llevado crudo con solo darle a la tecla de mi ordenador.

Eran tiempos de grandes figuras como Mario Conde, paradigma del tiburón llegado desde abajo que plantaba cara a los de arriba y de ahí su mala suerte, convertido de la noche a la mañana en una víctima del sistema al que según él había desafiado, y no en el delincuente que hizo de los ahorros de miles de accionistas su particular botín. En fin, por si todavía hay alguien incapaz de escapar a sus encantos, nuestro particular Conde de Montecristo se dedica ahora que está en la calle, y entre otras cosas, a ilustrar a la juventud desde el púlpito en forma de programa que le han cedido los de Intereconomía, ya se sabe, adalides de la libertad y otras mandangas.

Sea como fuere, que me pierdo y cada vez más, que si queremos escandalizarnos, ya que poco más parece que podemos permitirnos en medio de la tormenta, mejor hacerlo a rebufo de las palabras de alguien que sabe de lo que habla aunque en apariencia no sean tan crudas o directas como las del caradura de turno a lo Rastani. Que sí, mira lo que ha dicho, nada que no sepamos o sospechemos, pero vamos a escandalizarnos un ratico que relaja la hostia, tú.

Y si hay que hacerlo, démonos prisa, antes de que nos salga la Esperancita de turno a descalificar a nuestra nueva heroina acusándola de ser una perroflauta de la pluma cuya intención última no es otra que derrocar el poder legítimamente establecido para instaurar un nuevo periodo de terror revolucionario tipo Robespierre. Así de entrada podrían decirme que exagero, en ese caso remito a quien le pete a las últimas declaraciones de la presidenta de la comunidad madrileña en las que acusa los indignados del 15M de golpistas en potencia; eso sí que es mala baba, calumnia que algo queda, sobre todo si no lees o ves otra cosa que su prensa en plena precampaña. Pero claro, cómo no adivinar una demagoga de cuidado detrás de esta gabacha arrepentida de haber colaborado con el lado oscuro, sólo hay leerla para darse cuenta de que como poco, y a los ojos de todos los Rastani del mundo, a la chica le debe faltar un aire; seguro que le habrá sentado mal algo que se ha fumado, jodidos perroflautas...

No soy extremista, ni aliento ninguna revolución. Lo que digo es que es urgente reflexionar sobre el vínculo entre un mal modelo educativo y todo este desorden económico. Y es necesario apostar por una educación financiera que sea capaz de unir creación de riqueza con respeto a las personas y al medio ambiente.

Parece que la educación lo es todo, pero ¿qué papel debe tener la regulación?

Por supuesto estoy a favor de una mayor regulación financiera, pero eso no es suficiente. Las mentes inteligentes demuestran cada día que son capaces de esquivar cualquier control. Lo vimos con las subprime y todos los productos derivados. Lo vimos con el broker que hizo perder millones a Société Générale en 2008 y lo volvimos a ver hace unos días con un episodio idéntico en UBS. Es una cuestión de convicción personal, de objetivos en la vida. Yo no quiero que mis hijos y nietos estén obsesionados con acumular riqueza y ganar más. Tenemos que definir un modelo basado en la razón, la ética y la humildad.

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