Viniendo de Gijón, de camino a casa junto a una rotonda, una vespa nos adelanta y observo que detrás viaja sentada una señora mayor, una abuela de pelo cardado y abrigo largo estampado, que se agarra con ahínco al conductor, un señor menudo, sexagenario cuanto menos, chamarra de entretiempo, pantalones de tergal con raya o por el estilo, casco abierto. Los veo tal que así, ella apoyando la cabeza sobre la espalda del que supongo su marido, agarrada a décadas de matrimonio, a un ir por la ciudad como si no hubiera pasado el tiempo, como si no pudieran ir de otra manera, y, coño, pues que me emociono; no es que sea Navidad ni por asomo, es que a veces, demasiadas, soy muy bobo, pero mucho.
lunes, 23 de diciembre de 2013
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