sábado, 20 de agosto de 2011

LAS FUERZAS DE DESORDEN




Calentito vengo de tomarme el cafeto y leer ya por segundo día los despropósitos de las fuerzas de orden público contra los manifestantes laicos en Madrid, cosicas como las que se oyeron y grabaron a varios mandos de los antidisturbios (¿anti o más bien "pro"?):

"Basta de mariconadas, sacad las porras y lo que haga falta".

Claro que lo mejorcito la crónica de la Voz de Asturias acerca de tres periodístas de incógnito o casi en medio de la jarana.

Primero fue la agresión y detención del periodista de la informacion.com Gorka Ramos durante la carga policial contra la manifestación que se produjo hace unos días frente al Ministerio del Interior. Ramos se encontraba allí informando a través de su teléfono móvil de todo lo que sucedía, cuando varios policías le rodearon, pegaron y luego llevaron a la comisaría (un vídeo plasmó todo lo ocurrido).


Ayer, durante la carga policial que disolvió la marcha laica, varios periodistas fueron agredidos y retenidos por el único hecho de estar contando lo que pasaba. Una de ellas fue Patricia Horrillo, que estaba en la Puerta del Sol como periodista independiente. En un vídeo que ella misma colgó en la red, puede verse como un policía le arrebata la identificación que llevaba colgada al cuello —"la hice yo misma, iba perfectamente identificada como periodista, con mi DNI y mi foto", cuenta Horrillo a Público.es—, y con un tono agresivo, le pide el carnet de identidad con amenazas: "Cómo te pegue una hostia...", le espeta el agente.

Otra periodista, Lidia Ucher, también ha contado en un vídeo lo que le sucedió anoche. En él, explica cómo fue retenida por la policía y agredida verbal y físicamente a pesar de poseer una acreditación de prensa. Jonás Candalija, también periodista, relata cómo le agredió la policía después de que denunciara a través de Twitter la detención de Ucher y ha denunciado cómo un policía le dijo: "Te vamos a pegar sin que nos vean, periolisto".


Pero no vengo indignado por los hechos en sí, digamos que en lo que a mí respecta llueve sobre mojado; ¿qué la policia insulta, pega, abusa y ya directamente da por culo? Pues mira, desde que servidor era un puto crío y en su ciudad era un finde sí y otro también de violencia policial discriminada contra la muchachada, que nos sacaban a hostias de los bares, nos hacían el pasillo a la salida con sus porras, nos disparaban pelotas y botes de humo a discreción, nos paraban cada dos por tres para pedirnos la papela, nos obligaban a hostias a mover los coches que, por lo que fueran, se habían cruzado casualmente en mitad de la calle, detenían al azar a tus colegas, los ponían a caldo en sus furgonas o ya a conciencia en sus dependencias, sus putas madrigueras. Animalicos, pobrecicos, por no hablar cuando la jarana pasaba a mayores y en lugar de los maderos barrigones y vaguetas que se apostaban con su lanzapelotas en las esquinas de lo viejo, mandaban a los del pañuelico verde y estos ya se empleaban a fondo, que a la hora de repartir estopa, destrozar todo y meterse otro tanto, no reparaban ni en su puta madre; y luego que no les quería nadie, txakurrak kanpora!, que les pegaban tiros, les ponían bombicas y tal. Mal, estaba muy mal, esto ya muy en serio, ni lo uno ni lo otro, pero ese era el ambiente de los ochenta y noventa, y negarlo sólo porque los otros eran un pelín más de hijos de puta no les exime de los modos, el odío que nos profesaban y todos y cada uno de los abusos que cometieron los entonces conocidos como miembros de las fuerzas de ocupación...

Lo que me saca de quicio son los comentarios beatíficos de algunos, gente de orden por principio, ecuánimes ante todo, las que al menor atisbo de generalización por tu parte, a ver si no voy a tener derecho a mis fobias como todo cristo, te salen con de que hay de todo en todas partes, que si la bofia es imprescindible para la democracia y bla, bla, bla. ´

Sí, sí, todo lo que tu quieras, como la mierda para el buen funcionamiento del organismo humano, pero no me jodas, que no estamos hablando delante de un micrófono, de un tribunal o de lo que sea, en plan mira qué sensato soy, que en una conversación coloquial tengo todo el derecho del mundo a sacar a pasear mis prejuicios, mis convicciones de piedra. Entre ellas la que viene de la experiencia, del conocimiento de tu medio, ese en el que da la casualidad de que siempre el más freaky de tu clase o del barrio, el que ya de pequeño se pirraba por el karate, el yudo o el hostiar al prójimo así a lo bruto y para de contar, el que le iba el rollo de las pistolas o solía estar que no meaba con las películas de guerra, los Stallone, Txutxenaguer y todo en ese plan, luego cuando ya se hacían mayores, mira tú qué casualidad, acababan sacándose las oposiciones para antidisturbios (en este caso para los beltzas de la Ertzaintza, no jodamos, no jodamos, que los maderos y picoletos siempre eran de fuera, que venían a lo legión romana a meter en vereda a esos galos de la aldea que resiste...).

Pues eso, a ver si ahora va a resultar que el que se mete a antidisturbios lo hace porque le obligan, o mejor aún, para dar rienda suelta a su vocación de servidor de la ley, defensor de la democracia y bla, bla, bla. Anda, anda, vocación de correr a hostias al prójimo, bien me lo paso hostiando al personal, repartiendo estopa a esos perroflautas, saciando mi sed de hacer daño.

Que sí, hombre, que sí, que qué casualidad que luego esta peña del casco, la capucha y el lanzapelotas luego sean unos fachas cabrones de cuidado, siempre con el poder, con su amo como buenos perros, siempre con una palabra de desprecio para los que consideran en contra de ese sistema que les paga religiosamente su sueldo.

Claro que tienen su vocación los pobres, de hijos de puta cuanto menos.

Y como muestra dos de entonces y ahora... (en la primera de Vitoria hace menos de un año se ve la entrañable escena de un puto beltza tirando al suelo a un tipo con muletas, enternecedor...como mínimo le habrán dado una medalla. También se ve cómo le hostian a Basabe, diputado de Aralar en el Parlamento Vasco...)

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