viernes, 5 de agosto de 2011

VÍCTIMAS Y VERDUGOS EN LA BALCONADA DE SAN MIGUEL



Comienzan las fiestas de La Blanca en Vitoria con una de esas polémicas de verano, mediáticas, para llenar el vacío estival de noticias y ya de paso soliviantar ánimos a cuenta de la pusilanimidad ajena, esto es, a aquellos siempre predispuestos a tirarse de los pelos a la menor de cambio.

La cosa iba de que los de BILDU habían invitado a familiares de presos a la balconada de la Iglesia de San Miguel desde donde las autoridades y otros VIP de barbecho asisten a la bajada de Celedón, el personaje vestido de aldeano que simboliza nuestras fiestas patronales. Polémica servida porque una vez más, y las que faltan, los de BILDU muestran su especial concepción de ideas como pacificación, reconciliación, proceso de paz y demás monsergas tan de boga en esta época que ellos dicen de cambio y otros decimos de derrota de un proyecto totalitario, aquel por el que ellos y los asesinos de ETA pretendieron conseguir unos fines políticos mediante el empleo de las armas contra todo aquel que se opusiera a estos.

Los de BILDU invitan a familiares de presos de ETA y dicen que es un gesto de normalización, incluso de cariño hacia aquellos que han sufrido tanto. La polémica está servida porque equiparar el sufrimiento de las víctimas de ETA con el de sus verdugos y familiares resulta simple y llanamente obsceno, que mientras el actual Diputado General de Giputzilandia reprocha a otroa que hagan política del sufrimiento de las víctimas de ETA, bien que les gusta a él y a los suyos recalcar el de aquellos que han sido perseguidos y encarcelados por causar el de éstas. Ahora bien, echarse las manos a la cabeza porque es escorpión pica cuando esa es su condición... Pues lo mismo con los de BILDU y compañía, ya hay que pecar de ingenuo esperando un gesto mínimamente ético o moral de esta gente. Ellos están a lo que están, los terroristas replegándose a sus cuarteles de invierno porque han perdido la guerra, no tienen salida, no los quiere nadie. Los que hasta hace cuatro días los alentaban, buscando todo tipo de argumentos o evasivas para justificarse a sí mismos, para justificar treinta años de connivencia con el terror, de sustento del mismo, siquiera sólo de simpatía hacia los asesinos. Han vuelto a la arena política y encima por la puerta grande porque los han respaldado una catarata de votos en todas las provincias. No van a sacar pecho ni nada, si hasta los dos partidos en demolición que les acompañan como comparsas en eso que dicen coalición están sufriendo un sorprendente proceso de ósmosis, que oyes a uno de EA o la excrecencia esa de EB y te das cuenta de que ya no hay diferencias de discurso con el habitual de la izquierda abertzale, que los han definitivamente abducido.

Yo llevo semanas alucinando porque parece que mi entorno, siquiera sólo de los que siempre se tildaron de izquierdas, más o menos abertzales y siempre, siempre, en contra de ETA y también de los modos gansteriles de HB y derivados, ha votado mayoritariamente a BILDU, siquiera, dicen ellos, como protesta por su ilegalización, que aquí la peña tiene una sensibilidad harto curiosa a la hora de indignarse, 600 muertos no parecen motivo suficiente, que al partido que daba cobijo político y estratégico a los asesinos lo ilegalicen sí que es para indignarse. Curiosa escala de valores en los que los votantes de BILDU lo son en respuesta a las supuestas inequidades y abusos del Estado pero que de las de ETA y compañía como que ya no se acuerdan, y si no hacen casi que para decir que tampoco fue para tanto. Te hablan de lo mismo que les oyen a los cabecillas de la coalición, de proceso de paz definitivo, de nueva época y nuevos modos, de la política como arma exclusiva, hasta de recuperar el espacio perdido por culpa de la violencia del Estado, de reconocimiento de culpas por todos los lados.

El discurso tal que así me repele, presiento un falso arrepentimiento, de circunstancias; no había salida al final del camino emprendido, vamos a parar, pues, a coger ese otro al que nos llamaban desde hacía tiempo, a ver si por ahí sacamos algo. No niego que entre ellos lo habrá que sean sinceros cuando hablan de reconciliación y reconocimiento del dolor ajeno, cuatro gatos. Ahora bien, como siempre, insisto que el movimiento se demuestra andando, y estos, por lo que se ve, por lo que dicen y hacen, andan por donde siempre han andado, cuanto menos el sendero trillado de la equidistancia, de ahí que para ellos el dolor de los victimarios sea el mismo de las víctimas. Y a veces ni siquiera eso, a veces te sale como ayer el Garitano diciendo que todavía es pronto para hablar de acercarse a las víctimas que ellos han provocado. Para eso es pronto, para subirse a sus poltronas recién estrenadas y mangonear a gusto, recibir con los brazos abiertos a individuos que han atentado contra el prójimo, individuos que nos odian al resto por principio, por no comulgar con los suyos y punto, invitar a los familiares de los verdugos que cumplen condena por sus delitos, no por sus ideas, por sus delitos (asesinato, secuestro, extorsión...) parece que no.

Tienen la catadura moral por los suelos, y lo que es peor, cada vez se confirman más los miedos que teníamos algunos, que su discurso era poco más que una fachada para no dificultar su legalización. Siguen en guerra, siquiera sólo en su cabeza, incapaces de desprenderse de los esquemas mentales de tres décadas de insurgencia de barbecho. Por eso su sensibilidad se circunscribe en exclusiva para los de su rebaño, por eso procuraran minimizar en todo momento el sufrimiento causado al resto, por eso actuan todavía como si estuvieran en la trinchera. Son la misma mierda de siempre y no tienen más que un modo de desmentirlo: condenar a ETA de una puta vez. Entretanto no se les puede permitir que nos vengan como si no hubiera pasado nada, como si nunca hubieran celebrado el asesinato de un ser humano por pensar distinto o ser trabajar en cuerpo de seguridad del Estado.

Claro que tienen razón cuando afirman que desde el otro lado también infringieron dolor a espuertas, que los aparatos del estado dieron en más de un Lasa o Zabala, que el GAL vino de donde vino, que los Batallones Vasco Españoles fueron financiados por gente con nombres y apellidos, que las fuerzas de seguridad del Estado lo fueron en gran medida de ocupación, como tales se portaron y ocasionaron más de una víctima que nada que tenía que ver con ETA o similares, víctimas que caían maniatadas al río como Zabaltza, que morían ahogadas en bañeras como Arregi, que caían tiroteadas en controles de carretera; nada que no esté en las hemerotecas.

Pero pretender escudarse en esta realidad para seguir negándose a condenar al principal culpable de tres décadas de locura sectaria y asesina, querer dignificar a toda costa la historia de ETA con sofismas de todo tipo, es tan sólo la medida de su catadura moral: miserable, cómplice.

Por eso también, siquiera por una sola vez teniendo en cuenta lo antipático del personaje, incluso lo afectado y mediático del gesto, aplaudo a Basagoiti cuando se negaba ayer en la balconada de la Iglesia de San Miguel en Vitoria a responder al saludo del alcalde donostiarra de BILDU. Tiene razón el señorito de las Arenas al pedirle a tal Izagirre que primero condene a ETA quien, a diferencia de él, nunca ha sido objetivo de los asesinos, nunca ha tenido que llevar escolta. Claro que éste ha sido un gesto que le ha costado a Basagoiti todo tipo de críticas, le han dicho facista y antivasco, ¡toma ya! Ahora resulta que los cómplices de ETA van a ir dando credenciales de demócratas y vascos al resto; bueno, qué me digo, esto último llevan haciéndolo desde siempre...

Tiene guasa si no fuera porque se trata de una estrategia perfectamente diseñada, la de presentarse como garantes de una paz que ellos antes negaban, una paz para la que ellos son imprescindibles porque de lo contrario sus amigos de ETA podrían volver a las andadas. De modo que noto que se va imponiendo en lo que podríamos llamar "la masas crítica" del paisanaje, la opinión pública mayoritaria, una idea de lo más mezquina y repugnante, una idea que hace que se mire con malos ojos a todo aquel que critica a BILDU como un enemigo de esa paz de marras que ellos, tan generosos, nos conceden ahora. Así pues, cualquier opinión o discurso se supedita a no entorpecer ese supuesto proceso de paz en el que la izquierda abertzale dice estar empeñada, como que hasta parece resultar inconveniente, reaccionario, recordarles lo esencial, que no es lo mismo el sufrimiento de la víctima y el de su verdugo. Otra cosa es que ellos, con tal de no enfrentarse a sí mismos, a su pasado, encima pretendan hacernos creer todo lo contrario. Se trata de otra forma de censura, de autocensura; callar, no tirar de memoria, no reprochar nada, tolerar sus excentricidades y desmesuras, hacerse el tonto cuando ofenden a sabiendas, tragar, tragar, tragar a ver si luego hay premio...

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