lunes, 15 de agosto de 2011

UNA LENGUA MUY RIOJANA



Me manda un amigo un artículo que apareció ayer en El Correo sobre el euskara en La Rioja a cuenta de un libro recientemente editado por Pamiela y que servidor ya había leído hace un par de meses, El Euskera en la Rioja. En el libro el investigador Eduardo Aznar ahonda la teoría de la antigüedad de la lengua vasca en La Rioja, es decir, anterior a llegada en los siglos VIII-IX de individuos de procedencia esencialmente alavesa que repoblaron la Rioja Alta (de hecho ya dijo un autor que la Rioja Alta se asemeja a una Álava invertida al otro lado del Ebro, allí donde el paisaje en vez de cambiar de Norte a Sur, desde el verde cantábrico a las tierras rojas de la vieja Sonsierra Navarra pasando por campos de patatas y trigo, lo hace desde las rojas de los alrededores de Haro, los trigales de la zona de Santo Domingo, a las verdes de la montaña de La Demanda, antaño conocida como sierra de Arandio), ya fuera a título individual como bajo la égida de los reyes de Navarra que extendieron su reino hasta Pancorbo.

El libro ilustra el debate entre investigadores acerca de la antigüedad de la lengua vasca en la Rioja y también aporta nuevos elementos. Lo curioso del artículo es que su autor presente como curiosidad lo que todos los euskaltzales conocen ya de antiguo, que las primeras palabras en lengua vasca aparecieron en el Monasterio de Yuso, tal y como recuerda un placa en el mismo monasterio, y también el primer documento escrito que reconoce el derecho de los habitantes de Ojacastro a utilizar la lengua vasca en los juicios.

Resulta curioso que se presente como noticia una evidencia como que el euskera forma parte del pasado de la Rioja, algo que cualquier viajero que vaya desde Haro hasta Ezcaray, o se de una vuelta por los alrededores del río Tirón y Oja, puede constatar con sólo mirar los nombres de las poblaciones (Ollauri, Ochanduri, Cihuri, Galbarruli -todas ellas con el elemento "uri", esto es, "villa" en euskera occidental y prueba inequívoca de ser villas de población-, Sajazarra, Fonzaleche, Cuzcurrita, Badarán, Zarratón, y qué decir hacia la zona de Ezcaray, Arbiza, Azarrulla, Zaldierna, Cilbarrena, Urdanta...) y todavía más si conoce la toponimía menor o el sustrato vasco del castellano hablado en la zona -amén de un montón de costumbres y tradiciones heredadas de aquellos pobladores-.

La razón de esta impronta vasca en la Rioja Alta es indiscutible, lo que ya resulta más problemático es establecer si el resto de topónimos y vocablos vascos del resto de la Rioja viene de antes de la llegada de elementos vascófonos en la Alta Edad Media o de más antiguo, de antes de los romanos en una tierra que habitaban los berones, tribu de lengua celta.

El tema pertenece, claro está, a las disquisiciones académicas y poco más, esto es, a la curiosidad intelectual. Otra cosa es el espanto, que provoca el solo hecho de plantear la impronta vasca de la Rioja entre los políticos de la comunidad vecina: levanta ampollas. Claro que estaría mejor dicho que suscita viejos fantasmas que nada tienen que ver con la cultura, el fantasma del debate inexistente de una hipotética y ya del todo descartada incorporación de la Rioja a una entidad política mayor formada por el País Vasco y Navarra que hoy apenas existe, y que la inmensa mayoría desconoce que estuvo tan en boga en los años 30, que hasta hubo un anteproyecto de estatuto conjunto impulsado por la Cámara de Comercio de Logroño y multitud de personalidades locales que se declaraban abiertamente vasquistas, que no nacionalistas. Luego la evolución de la historia ha dado en lo que ha dado, una manipulación increíble de ésta por el nacionalismo vasco, un reduccionismo de lo vasco a lo meramente cantábrico por obra y gracia del bizkaitarrismo aranista, y la respuesta del otro, el español, en forma de rechazo visceral, enfermizo incluso, a todo lo vasco.

Por eso hablar de lo vasco en la comunidad de la Rioja es mentar la bicha, por eso asociaciones culturales como Laminiturri -topónimo extendidísimo en la Rioja de claras resonancias mitológicas, "Fuente de las Lamias"- padecen lo que padecen de parte de la administración riojana; no sólo indiferencia y desprecio, sino también verdadera hostilidad por los más brutos del lugar. En cualquier caso nada que no ocurra también en la vecina y también hermana Navarra donde la derecha local, tal agraria como la riojana o más, también rechaza y odia una parte sustancial de su patrimonio cultural, todavía más allí donde el euskera todavía es la lengua de una gran parte de sus administrados. Nada que no sea consecuencia de los nacionalismos exacerbados de uno u otro signo, de la sinrazón y cerrazón de los políticos y el bajo, bajísimo nivel cultural de una población que en cuestiones estrictamente culturales, como es incapaz de entenderlas en sus estrictos términos, en seguida se apresura a imaginar oscuras intenciones de terceros y en ese plan, que no hay pocos ni nada que, incluso con título universitario debajo del brazo y todo, vamos, que se les supone un par de libros en la cabeza, son capaces de negarte la mayor y hasta hacer de Ezcaray (Azkarai, "Peña Alta") un topónimo de origen árabe o por el estilo. Pero, lo dicho, nada que no ocurra en el resto de España y a cuenta de lo que sea, país esencialmente ágrafo y por lo tanto reacio al debate intelectual, a saber, sobre todo si eso puede poner en tela de juicio las cuatro convicciones de barbecho de cada cual; pero, eso sí, muy dado a la gresca tabernaria o casi, a discutir a voces y sin otro argumento que el por mis cojones, vamos, por lo que se ve la máxima aportación hispana a la Historia del Pensamiento o por el estilo.

Es lo que hay, lo peor es que aquellos que tienen no sólo que informar, sino también ilustrar, demuestren la misma o parecida cojera intelectual, pues no es de recibo afirmar, como lo hace el autor del artículo, que Esta obra llega treinta años después de la última gran monografía acerca de la presencia del euskera en La Rioja y Burgos, escrita por el que fue alcalde de la localidad de Ojacastro (cercana a Ezcaray), José Juan Bautista Merino Urrutia. Esto ya es pura pereza o desidia profesional, pues no hay poco ni nada publicado sobre el tema del euskera en la Rioja, siquiera a poco que bucees en Irtenet, otra cosa es que apenas haya trascendido fuera de los ámbitos académicos, como que estas cosas casi nunca lo hacen de no llevar incorporada una polémica o desprovistas de rigor intelectual alguna, vamos, de no ser pura y dura propaganda. Sin ir más lejos, el profesor galés David Peterson lleva publicando en los últimos años multitud de libros y artículos de verdadera enjundia académica sobre el tema de las lenguas históricas en la Rioja (comunidad que no es ni de lejos una unidad geográfica y menos aún antropológica, que cambia de Este a Oeste no sólo su topografía sino también el ámbito histórico, desde una Rioja Alta poblada por vascos y cántabros donde la lengua vasca se habló hasta casi entrada la Edad Moderna, hasta el otro extremo ligado al bajo Aragón y por lo tanto históricamente a lo andalusí con sus derivados mozarabe y mudejar, en concreto a la historia de la Taifa de los Banus Qasi de Tudela, donde la herencia árabe o musulmán es evidente en los nombres (Alfaro, Alberite, Albeida...) como en muchas de sus costumbres y hasta la fisonomía de sus pueblos, como que hasta el habla, en contra de lo que creen aquellos que sólo ven las cosas por encima, cambia de Este a Oeste, vamos, algo así como el vino, del clásico riojalteño al zumo con alcohol de garnacha que se hacía tradicionalmente hacia Logroño y también la rioja navarra, Aragón siempre a un paso.

En fin, curioso que todo esto pueda resultar nuevo por aquellos pagos, y aún así, el pan de cada día en un territorio, el riojano-vasco-navarro, donde ignorar es una postura política, empezando por ignorar al otro, al que no piensa como yo, al que me molesta porque habla diferente o simplemente sabe más que yo y como que así me hace de menos o me trastoca las cuatro ideas fijas, fósiles, que tengo en la cocorota. Y es por esto que siempre podrás tropezar con alguien, no importa de donde, que te niegue de raíz la vasquidad histórica de la Rioja por sus santos cojones, como otro, por lo general bilbaino, que la reivindique de cara a una futurible Gran EuZkadi, o acaso sólo para que Llorente, Ezkerro y Aranzubia pudieran jugar en el Atlhetic y para de contar.

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