miércoles, 11 de mayo de 2011

ACOSO AMARILLO


Acoso o más bien sueños de un seductor al que ya se le ha pasado el arroz y mucho para intentar serlo siquiera por un día. Y es que servidor, que no ha sido precisamente un galán, acaso más bien un gañán en esto de la seducción y tal, hoy se ha visto acosado por una mujer desde hacía ya mucho, pero mucho tiempo; creo que ellas todavía andaban a cuatro patas y tenían pelo por todas partes, y no precisamente porque fueran de Vitoria ni nada por el estilo, que hay gente muy pero que muy mal pensada.

En efecto, resulta que hoy a primera hora me he visto obligado a penetrar en uno de esos lugares donde se acumula polvo y delitos de copyright por un tubo, me refiero a un chino. Buscaba uno de esos soportes de plástico para las persianas de la ventana de la cocina, como los que anoche de repente se despegaron e hicieron caer a las susodichas sobre el fregadero con todos los platos sin fregar y el correspondiente estrépito.

Así que tras explicarle al chino de la caja lo que buscaba, y éste indicarme amablemente que lo podía encontrar por ahí al fondo, esto es, desde la entrada al final del local en cualquier sitio, toma amabilidad oriental y tal. Pues que me he introducido por uno de los pasillos del almacén, así a lo loco, a la aventura más bien, y en una de esas, intentando localizar los soportes de los cojones en cualquiera de las cientos de estanterías que había, de repente que siento una presencia extraña a mis espaldas. ¡Coño, una china! Me he dicho en cuanto he visto a la chavala sonriéndome amablemente mientras me desesperaba por distinguir entre la multitud de accesorias de todo tipo los que buscaba. Total que la deseo los buenos días y me cambio de pasillo. La tía que sigue. Me paro y ella hace otro tanto a una distancia prudencial. Como juzgo que ya nos conocemos le suelto un aupa! para ver si reacciona. Apenas obtengo otra respuesta que la sonrisa de rigor, eso sí, una sonrisa tan amplia como la misma Muralla China. Continúo con mi búsqueda y la hija del lejano oriente que vuelve tras mis pasos. Joder, joder, ¿será que tengo pintas de mangui o qué hostias? En fin, como ya me empiezo a mosquear se me ocurre enseñarle una muestra de lo que busco y entonces, ay amigo, menudo diálogo de besugos, que no sabe más que chino y sólo obtengo por respuesta una serie de reverencias capilares. Mira tú qué bien, que la tengo a mi total disposición pero sin saber para qué. Me la suda, que también tengo prisa y no hay manera de localizar lo que busco, así que me vuelvo hacia el mostrador de la caja y le exijo al simpático tendero amarillo que me encuentre él los soportes de las narices. Lo hace a regañadientes, supongo que tras haberse cagado en todos mis antepasados en su lengua de monosílabos. Espero su regreso con mis soportes junto al mostrador, y a quién tengo al lado. En efecto, a la jodida china que sigue sin apartarme la vista de encima. Que digo yo que si al menos no me sonriera, pues bueno, podía pasar porque me está vigilando y todo lo que quieras, ya se sabe, técnicas de venta y atención al cliente recién traídas de la China mandarina, si el cliente tiene siempre la razón también China es una democracia y todo lo que tú quieras, así que contento que no te pasen un tanque por encima como en Tia Na Mén o te obliguen a comer pato a la naranja, no sé qué es peor. Pero como la tipa no deja de ponerme caritas ya me da por pensar que la chavala quiere rollito de primavera, siquiera por los papeles a la vista de que lo que tiene delante tampoco es para tirar cohetes. Pero tranqui, que yo, aparte de estar comprometido y tal, es que nunca me han puesto las asiáticas, y mira que soy un cerdo salido las veinticuatro horas como cualquier tío que se precie. Pero qué se le va a hacer, servidor es más de tener donde agarrar, vamos, de chuletón.

Claro que luego he pensado que eso de liarse con una china tampoco debe estar tan mal si lo piensas detenidamente, en concreto él número exacto de kilómetros que habría entre tu casa y la de tu futura suegra. Por no hablar de que aún teniéndola aquí al lado tampoco es que te fuera a molestar mucho, no más que la tuya cuando habla, ya que para el caso también todo lo que dice ésta te suena a chino...

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