lunes, 23 de mayo de 2011

A CUATRO BANDAS


Y ya para terminar con las elecciones, con la cosa política por un tiempo, que el animal político que lleva uno dentro ha estado estas últimas semanas demasiado activo y ese no era, no lo pretendía, el ánimo del blog, en principio más literario o humano, intrascendental si se quiere, pura sinsorgada la mayoría de las veces, para qué más, valga una larga mirada a los resultados del txoko.

Y lo primero e imposible más claro, felicitar a los jueces del Supremo y a toda la derecha mediática en su conjunto, amén de Rajoy y sus muchachos, por la maravillosa a la par que eficaz campaña publicitaria que les han hecho a los chicos de BILDU, que se lo han llevado de calle gracias a ellos y como nunca, más de 300.000 votos en el País Vasco y Navarra, arrasando en Gipuzkoa, los primeros en Donosti, segundos en Bizkaia por detrás del PNV, repartiéndose la mitad de la mayoría nacionalista de Álava y la mitad de la minoría nacionalista de Navarra; fijo que para este finde habrá que volver a pisar uva y manzana…

Siguen sin enterarse de la misa la media. Del Ebro para abajo no se apean de nada de lo que ocurre hacia arriba. Eso o no les importa, lo dan por perdido y con tal de que no pongan más muertos sobre la mesa todo vale para azuzar las pulsiones patrióticas del españolito medio contra esos vascos malos malísimos, separatistas y asesinos, que llevan el germen de la traición y la sedición en la sangre. Por eso se han aplicado a conciencia a insultarnos con la excusa de que lo hacían al nacionalismo como ideología. Mentira podrida, sintonizabas cualquier emisora o cadena de la España nacional, abrías cualquiera de sus periódicos, y eras consciente que por cada condena a un ciudadano vasco por disentir lo mínimo de la verdad oficial o central, por cada ataque enrabietado a lo que ellos llaman privilegios y nosotros derechos históricos, por cada amenaza a la permanencia de los mismos, cada desprecio, por muy arraigado que éste en la mentalidad española, hacia nuestra lengua y nuestra cultura con sus correspondientes tropelías judiciales como en los casos de Egunkaria o Udalbiltza, extendiendo bulos como el de que las Ikastolas son nidos de terroristas, que se enseña a odiar a España y otras tremendidades, por cada venganza penitenciaria hacia aquellos con los que como con Otegi apenas hace un par de días se sentaban a hablar de paz y entrega de armas, por cada insulto hacia todo aquel que no vibra con su himno y bandera con todas las copas del mundo que quieras, por cada perla de los sesudos señoritos madrileños y de alrededores -ideológicos más que nada- que tachan de paleto o asesino a todo vasco nacionalista o no que no asume de buena gana los mitos y normas de la España grande y libre, por cada anatema público a toda opinión de un ciudadano vasco que no fuera la sesuda soberbia de intelectuales a lo Savater, Juaristi, Martínez Gorriarán o compañía justificando el frentismo constitucionalista contra el frentismo separatista (las dos caras de la misma moneda con la que nos manejamos desde hace décadas porque no hay manera de que ni unos ni otros acepten de una vez por todas el país tal como es y no como le gustaría a cada uno), por cada nueva ilegalización por mucha renuncia a la violencia y promesa de apostar únicamente por las vías pacíficas, por cada una de estas cosas y alguna otra más, como el tijeretazo al Estatut Catalá y la percepción de que es imposible un acuerdo democrático, consensuado, entre iguales con un Estado cuyos poderes fácticos están dispuestos a retorcer las leyes y los principios democráticos para salvaguardar su sacrosanta e indisoluble unidad, más y más vascos se decantaban por el victimismo, ya de por sí acendrado en la comunidad nacionalista vasca, de la opción política más extrema, aquella con la que sabían que más daño podían casuarle a este Estado y esta sociedad española cada vez más separadora, menos integradora, menos plural, más soberbia, más pagada de sus contadas victorias pírricas e incapaz de saldar sus cuentas con su pasado más totalitario y excluyente.

Pues como somos tan listos, como todavía somos incapaces de aceptar que las sociedades no se someten por las buenas al imperio de la razón que creemos única, como entre otras cosas a la hora de ir a votar también priman las pasiones irracionales, los apegos atávicos, el pataleo con papeleta de la opción proscrita, satanizada, incierta, pues los resultados son lo que son. De hecho, y aunque duela, son como habían sido siempre y no como les gustaba pensar a otros que era, un empate técnico entre unionistas y separatistas. Menudo bulo de consumo propio, menudo bulo interesado que respondía a los datos de un electorado del que una parte no tenía voz, estaba ilegalizado, condenado antes de cometer delito alguno, por si ascaso... Así claro que les salían las cuentas, podían predicar el empate de marras aunque la Historia más reciente les recordará que antes de la ilegalización la mayoría no era la mitad más uno, era de casi dos terceras partes. De modo que ahora que los resultados de estas elecciones dan una hegemonía aplastante del nacionalismo vasco con el PNV manteniendo el tipo y BILDU siguiéndoles de cerca, de muy cerca además, gracias de nuevo señores jueces y señores de Irtereconomía y por el estilo, volvemos a los años ochenta, pero sin ETA, esa es la gran novedad, esa es la gran esperanza, que el fanatismo de paso a la verdadera política, a la posibilidad de pacto entre distintos, a los acuerdos de mínimos, al reconocimiento del adversario y hasta el planteamiento de un remoto referendo para lo que sea en el caso de que en un futuro los votos lo pidan tal que así. Cualquier otra cosa sería el abismo, todos lo saben y algunos además tienen más responsabilidad que otros, en concreto BILDU. Estamos a la espera, cruzando los dedos para que las palabras de sus portavoces sean auténticas, para que desaparezca ETA de una vez para siempre y sean ellos los que más contribuyan para que así sea. No puede ser de otra manera, las urnas sólo les han dado votos, de ningún modo autoridad moral, la tienen por los suelos, apoyaron durante décadas a los asesinos y todavía no les han condenado, no del todo.

Por lo demás, y por muy paradójico que parezca con estos resultados, nada nuevo bajo el sol. Acaso sólo al confirmación de lo que siempre ha sido pero que las peculiares circunstancias que ha conocido Euskal Herria impedían que se manifestaran tal como eran. A diferencia del resto de España, del Estado si se quiere ahora que hemos amanecido menos españoles que nunca, a mí me la trae floja lo uno y lo otro, aquí no hay bipartidismo, esta es una sociedad a cuatro bandas, un eterno juego de billar, los constitucionalistas o unionistas por un lado, izquierda y derecha, PSE y PP, y los nacionalistas o separatistas por el otro, PNV y la izquierda abertzale en cualquiera de sus formas o denominaciones. A decir verdad, si la provincia en sus tres formas es abrumadoramente nacionalista, en Navarra acaso sólo de Puente la Reina-Gares para arriba, en las capitales donde reside la mayoría la cosa es tal cual la digo, con la excepción de Bilbao que es tema aparte, tema de Azkuna y el PNV, esto es, del Partido Nacionalista Vizcaíno en exclusiva. Si en Donosti gana BILDU por poco al PSE del Bombilla, en Vitoria lo hace el PP con 9 frente a los 18 que se reparten por igual los otros tres partidos (en el gobierno foral dicen que gana el PP y sin embargo la mayoría es nacionalista vasca, si quitas los votos de Vitoria apenas encuentras votos del PSOE y del PP unos pocos a orillas del Ebro).

En todo caso, un juego a cuatro bandas en los que una vez sobresaldrán unos y en futuras convocatorias electorales otros. Pero aún así, con mayorías nacionalistas y todo, sin apenas opción a que el independentismo sea una demanda verdaderamente mayoritaria; de hecho no es la de la mayoría moderada del PNV y ni siquiera de toda la Izquierda Abertzale. A no ser, claro está, que por lo que sea, y siempre teniendo en cuenta la inestimable colaboración del nacionalismo español en sus dos versiones, nacional-católico o progre-jacobino, sigan siendo tan torpes alimentado el víctimismo nacionalista vasco y acaben decantando el eterno péndulo entre las diversas tendencias socio-políticas que constituye la metáfora perfecta de nuestro pasado, presente y sobre todo futuro, hacia el secesionismo puro y duro. Algo así como lo que ocurrió con la sublevación irlandesa de Pascua de 1916, cuando un grupo de exaltados asaltó el Edificio de Correos de Dublín con el propósito de proclamar desde allí el nacimiento de la República de Eire, y no sólo fueron masacrados por las tropas británicas, sino que éstas además desencadenaron una serie de represalias, entre ellas el fusilamiento de los principales líderes independentistas, cuyo consecuencia directa no fue otra que el cambio de opinión de la mayoría de la población irlandesa, esto es, desde la postura hasta entonces mayoritariamente reaccia al independentismo irlandés, o muy tibia con la idea, a la simpatía mayoritaria hacia los independentistas, cambio que se vio debidamente reflejado al año siguiente en las urnas y el resto ya es conocido por todos o casi. Pues eso, a ver si aprendemos algo de Historia para recapacitar y ya de paso procurar ir hacia el acuerdo, el pacto, eso que según los mejores exégetas de nuestra historia es lo que verdaderamente caracteriza la Historia de los vascos, sobre lo que se asientan las míticas libertades forales y no de nuestras instituciones, nuestros absurdos mitos en suma, el pacto -en realidad de unos pocos- entre cada provincia y la Corona, tú juras respetar nuestros fueros y nosotros te reconocemos nuestro rey, un mito tan bonito como inexacto, todos lo son, detrás se ocultan muchas cosas que no son como nos las contaron, voluntarias entregas que en realidad fueron meras conquistas y en ese plan. En cualquier caso cuentos de viejas, ahora estamos a lo que estamos, a intentar campear el temporal, vivir mejor y sobre todo libres, cualquier cambio para peor no merece ni pensarlo, a ver si se dan cuentan.

Pero bueno, esperemos averiguar hacia dónde se dirige dentro de cuatro años el péndulo una vez más, cuatro años con los posbatasunos al frente de la Diputación de Gipuzkoa, que para el que no conoce el complicado y no poco absurdo entramado institucional vasco, las diputaciones vascas no son meras circunscripciones territoriales más o menos funcionales o simbólicas, son territorios forales, esto es, con poder ejecutivo y, por encima de todo, hacienda propia, como que la verdadera política económica de cada territorio o provincia no la decide el Lehendakari, o al menos no él solo, sino los respectivos Diputados Generales. Pues eso, a ver, a ver qué pasa al cabo de estos próximos cuatro años con los antiguos proetarras gestionando los dineros giputzis, qué pasa con el asunto del AVE, qué pasa con la política de inversiones, las subvenciones a la pequeña y mediana empresa, miedo me da pensar sólo con hacer la declaración de la renta en Giputzilandia, aunque bien pensado, mejor ensayo para saber si son capaces de gestionar medianamente bien su futura independentzia no puede haber...

Y en cuanto a los resultados en el resto del Estado, pues eso, que en España comienza a amanecer...

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