sábado, 21 de mayo de 2011

19 MAYO, EL PAIS, ENTREVISTA: AINTZANE EZENARRO Parlamentaria de Aralar


Aintzane Ezenarro nació en Getaria en 1971. Reside en este municipio guipuzcoano, del que es concejal por Aralar desde 2003. En las autonómicas de 2005 obtuvo el único escaño de Aralar en la Cámara de Vitoria. Desde 2009 encabeza un grupo parlamentario con cuatro integrantes. Es licenciada en Sociología y Periodismo. Antes de ingresar en Aralar, trabajó para el movimiento Elkarri. Siempre repite que entró en la política "para luchar por la paz".


"La izquierda no concibe el odio hacia nadie"

P. Aralar no participa de Euskal Herria Ezkerretik, el plan B de Batasuna.

R. No fuimos llamados. Eso se gestó cuando estábamos participando con la otra izquierda abertzale en las reuniones para el acuerdo de Gernika. Nos tenían a mano, pero no nos invitaron. Conocimos los documentos por los medios y más tarde nos llamaron para una reunión, pero nosotros nunca vamos a los postres. Euskadi necesita otra izquierda diferente a la de Batasuna.

P. La brecha con Batasuna parece muy grande.

R. Nosotros nacimos por algo prepolítico: contribuir a instaurar una cultura pacífica dentro de la izquierda abertzale. En este país se ha negado el saludo por el solo hecho de pensar diferente. Yo no quiero una izquierda que actúe así. Batasuna tiene que hacer un análisis crítico de su pasado y de sus formas. La paz no se hace sólo en las élites políticas. Eso tiene que bajar a los pueblos, para que las bases se comporten de otra manera con el adversario. Hay que cambiar la forma de tratar a los que han recibido presión en los pueblos.

P. ¿Quiere decir que en las bases de Batasuna no ha calado el mensaje contra la violencia de sus dirigentes?

R. Eso no se cambia de la noche a la mañana. Las bases están aún digiriendo lo que Rufi Etxeberria e Iñigo Iruin dijeron aquel lunes [7 de febrero]. Hay gente que está en esta vida en un estado de perpetuo enfado. Así no se construye nada. Los tristes y los enfadados no crean empatía ni simpatía. Aralar es diametralmente opuesto a todo eso. La izquierda no concibe el odio hacia nadie. Eso fue lo que transmitimos en las pasadas autonómicas y creemos que muchos ciudadanos querrán respaldar esta forma de concebir la política.

P. ¿Está muy enfadada con la acción del Gobierno vasco?

R. Sabíamos que iban a practicar una política simbólica con las víctimas, pero no imaginábamos una gestión económica y social tan nefasta. Han llegado a retirar el calendario legislativo, lo que supone asumir su propia incompetencia. Están dando muestras de falta de ganas.

Y en PUBLICO hace unas semanas:

Tenemos que hablar de los presos, las víctimas y la reconciliación social. La reconciliación social parece un tema secundario, pero es lo más importante. Si no, no vamos a garantizar una paz duradera. No sólo hay que desarmar las armas, hay que desarmar las mentes. La paz no sólo se hace entre las élites, entre ETA y el Estado, se debe trasladar a la base de la sociedad. Hay que cambiar la cultura de hacer política. ETA ha usado la violencia, pero otros que no han hecho un uso directo de ella sí han tenido prácticas antidemocráticas con el adversario político por pensar diferente. No digo que toda Batasuna sea así, pero sí una parte. Una Aralar fuerte en la izquierda abertzale garantiza que se dé ese cambio de la cultura política.

La unilateralidad que le pedimos a ETA también se la pedimos al Gobierno. El Acuerdo de Gernika recoge una idea básica, que es la restitución de derechos, también de la participación política. ¿A qué viene que cuantos más pasos hacia la política da Batasuna más restricciones le pone el Gobierno? Y no me gusta la idea de que lo hace sólo por la presión del PP. Esta es la apuesta del Gobierno. Además de la legalización, debe cambiar la política penitenciaria, que sea de reinserción y no de venganza.

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