jueves, 2 de febrero de 2012
¡ARRIBA ESPAÑA!
Es una especie de encuesta personal y por lo tanto sumamente subjetiva que por lo menos a mí me vale y mucho como introducción del tema de esta entrada. Por supuesto que las opiniones de los foros de internet valen lo que valen, que apenas reflejan otra cosa que la saña con la que la gente arremete contra el prójimo amparada en el anonimato, que la impunidad de éste hace especialmente visible la idiocia ajena. No obstante, vete a un foro de opinión de Lemonde, Liberation, NY Times, Guardian, O Expresso o La Repubblica, por decir única y exclusivamente los que frecuento muy de tanto en tanto. Échales un vistazo a las opiniones ahí expuestas al hilo de la actualidad y compáralas luego con cualquier foro de un periódico español, intenta sacar un mínimo común denominador. En la mayoría de los foros de periódicos extranjeros, francófonos o anglosajones, incluso en los italianos y, paradojas que no son sino evidencias de lo opuesto de ambas idiosincrasias ibéricas, sobre todo en los portugueses, te encontrarás que, con la excepción de los dos o tres cafres de siempre, la mayoría de las entradas procuran argumentar sus opiniones a favor o en contra, procuran que éstas tengan la enjundia suficiente para ser publicadas, vulgo no quedar como tontos, procuran demostrar lo que saben por poco que sea, siquiera solo reafirmarse en sus convicciones sin insultar o descalificar al prójimo, y en todo caso, ponerlo al servicio de sus propios puntos de vista. Ese es el mínimo denominador común de estos foros de opinión con las excepciones pertinentes. ¿Y en los españoles? Pues digámoslo sin medias tintas, en los españoles el que rebate una idea con argumentos es la excepción, un raro que en cualquier cuadrilla de amigos ya se habría llevado un par de hostias por listillo, en los foros españoles predomina el insulto y el exabrupto, la descalificación del contrario, generalmente no por sus ideas, que también, sino por cualquier característica o contingencia que el que la destaca cree ejemplo suficiente de que la persona en tela de juicio no merece crédito alguno. De ese modo, si un personaje público hace unas declaraciones de un signo u otro, éstas serán recibidas por los foreros en función de la idea preconcebida que tienen de él. Así pues, para el español medio cualquier cosa que diga otro que no sea de su misma cuerda es ya rechazable o condenable por principio. Pero no tanto porque lo dicho por ese personaje público entre en conflicto con las ideas del español medio, sino más bien porque para éste el otro es un facha o un rojo de mierda, un maricón o un meapilas, un vasco o catalán hijo de puta o un madrileño o un castellano asqueroso.
Así pues, teniendo tan claro como tiene el español medio que el otro, el contrario, el que piensa distinto, es un mierda por principio, que si tiene derecho a la vida es porque ya no estamos en guerra o en su posguerra y la Constitución prohibe ir por ahí sacando de sus casas a la gente que no nos gusta para darle matarile junto a una cuneta, cómo no echar la vista hacia atrás, recordar que si la Historia de España es algo eso es en esencia la exclusión del otro, del diferente, ya sea moro o judío, protestante o ateo, afrancesado o patriota, liberal o conservador, moderado o progresista, rojo o facha, del PSOE o del PP, del centro o de la periferia. Cómo no concluir que la guerra civil más cruenta de cuantas ha conocido este continente sólo fue el colofón de una larga serie interrumpida de otras menores, que lo que de verdad tiene de excepcional la constitución actual no es otra cosa que lo mucho que está durando ahora que no hay un pronunciamiento militar cada semana para que cada fracción ponga a los suyos y desahagan todo lo hecho por los anteriores (¿o quizás sí, quizás ahora también...) Ahora por lo menos, para hacerse con el gobierno y poder deshacer todo lo hecho por el anterior se respetan ciertas normas, hay elecciones; algo tienen que cambiar las cosas a mejor, al menos en eso no hay Gallardón ni Wert que puedan hacer nada por evitarlo.
La intolerancia hacia el otro y la incapacidad o rechazo innato del español hacia la dialéctica, siquiera sólo al acto civilizado de escuchar al otro, hacen que la sociedad española sea como es, un inmenso ring de ciudadanos permanentemente encrespados por cualquier nadería que necesitan de inmediato un chivo expiatorio al que echarle las culpas de todo en la convicción de que ellos siempre están del lado bueno, correcto, siempre tienen la razón. ¡Ojo! No me refiero a que el ciudadano no discuta o rebata la actualidad, que no critique a sus políticos y hasta despotrique contra ellos. Eso no sólo es saludable, más bien es necesario para poder decir que vivimos en una sociedad de ciudadanos y no de borregos. El problema son las formas y el contenido, criticar a un político por lo que dice pero no por lo que es o creemos que es, porque es del bando contrario, porque no nos gusta su cara, su barba, porque nos han dicho que no paga nunca una ronda o eructa en todas las sobremesas, porque tiene una tía que se presentó a Operación Triunfo y nunca la cogieron. Pero bueno, medios tienen unos y otros, tertulianos quiero decir, para alentar al pueblo español a que, en vez de debatir con argumentos, se limite a ladrar y punto.
¿A qué viene este largo despotricar por mi parte? Pues a lo último de Eguiguren, que sí, puede que eso de una Constitución para Euskadi sea una chorrada, a mí desde luego me lo parece, sobre todo porque ya tienes un Estatuto para los que mal que bien estamos a gusto, o acaso sólo resignados, en esta cosa llamada España, para qué liarte entonces intentando complacer al resto si lo que de verdad quieren es otra cosa, cómo poco lo mismo que los escoceses. Claro que por qué no, eso sí que se podría discutir si nos ponemos exquisitamente democráticos. Pero de qué, no vaya a ser que tenga que oír cosas que no me gustan a gente que todavía me gusta menos, cosas que me han inculcado que son anatemas, tabúes,como antiguamente lo era poner en tela de juicio la Santa Trinidad, la virginidad de María o cualquier otra chorrada por el estilo. Esas cosas no se discuten en España, eso es pecado, profesar la religión equivocada, una invitación como protagonista para un auto de fe. Y en esas estamos porque puede que desconfiemos de nuestra propia inteligencia para tratar ciertos temas, que no sepamos hacerlo porque nunca nos ha dado por ahí, que temamos que a la mínima de cambio se nos vaya a cruzar el cable y de nuevo a las andadas, al guerracivilismo que no se acaba, siempre a flor de piel porque no es con la cabeza con la que se tratan ciertos asuntos, más bien se hace con los cojones, allí donde parece residir toda la metafísica del alma española. No estamos para un David Cameron aviniéndose a lo que le pide un Alex Salmond, ni esto es Canadá ni esos vascos y catalanes hijos de puta y malos españoles son Quebec, que se atrevan.
Y como somos tal que así, poco importa que Txus se declare tan vasco como español, que defienda la permanencia del paisito en el reino borbónico en el que estamos, que haya hecho todo lo que estaba en su mano para acabar con la violencia y convencer a los que todos sabemos de la conveniencia de apostar por la política y no por las pistolas que hasta hace poco también le apuntaban a él. Poco importa para cualquier español que se precie de serlo, cualquiera con los imprescindibles cojones bien puestos, de esos que te despachan cualquier cuestión con un ese es un facha de mierda, un rojo otro tanto o seguro que también maricón, Eguiguren no pasa de ser un vasco separatista hijo de puta amigo de los asesinos de ETA. Así que para qué te vas a parar a pensar lo que dice, a rebatirlo incluso con argumentos, si ni siquiera tiene derecho a ello, aquí no se discute, no se debate, se piensa lo justo para descalificar y punto pelota. Qué cosas tiene el de Aizarna, pensar por libre, como si se pudiera. ¡ARRIBA ESPAÑA!
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