miércoles, 22 de febrero de 2012

ELOGIO DE OBAMA


Para mi un político que como Obama se marca un blues con B.B. King ya tiene mi voto asegurado, así de simplón es uno. Y eso que de poder votarle tampoco le haría falta marcarse nada. Obama, pese a lo que dicen de que no ha cumplido ninguna de sus promesas, de que si ha sido un bluff, de que si no era tan fiero el león como lo pintaban, me sigue pareciendo lo mejor que ha dado los E.E.U.U en muchas, muchas décadas. Claro que también pienso que con la experiencia en decepciones que tiene el género acumulado a sus espaldas deberíamos estar un pelín vacunados. Pues claro que Obama iba a defraudar a muchos tarde o temprano. Ya lo decían durante su campaña, cuanto mayor sean las esperanzas puestas en su mandato, mayor será también el desengaño. Uno no debería exigir nunca a los políticos que cumplan su programa íntégramente, resulta de una ingenuidad bochornosa. A decir verdad, sólo con que cumpla una cuarta parte del mismo ya debería tener garantizada la reelección.

Eso sin contar que ya el propio Obama se encargó una y otra vez de poner sobre aviso
a sus seguidores, que si la magnitud de los retos, lo extraordinario de una crisis que se desencadenó precisamente en su país, que si años de supremacía ideológica de las ideas conservadoras, que si la increíble vigencia de las fuerzas de la contrarreforma. Con todo, Obama, el que jamás prometió revolución alguna que no estaba a su alcance, el que tampoco prometió solucionarlo todo de la noche a la mañana, el que se ruborizó bajo su piel tostada cuando le dieron el Nobel de la Paz en un gesto que tiene mucho de frivolidad a escala planetaria, pues solo de tal se puede calificar al hecho de entregárselo precisamente al jefe supremo del mayor de los ejércitos del mundo con varios frentes abiertos, Irak, Afganistán, Guantánamo..., con todo eso y mucha diplomacia de altos y bajos vuelos, el actual presidente de los EE.UU se ha empeñado en luchas del calibre de hacer frente a la mayor crisis económica desde la de la Gran Recesión del pasado siglo, la reforma sanitaria frente a todos los lobbies de las aseguradoras privadas, la reorientación de la política internacional desde la búsqueda de la supremacía sustituyendo la fuerza o la intimidación por la diplomacia y el pacto...

En fin, como las cosas nunca son fáciles, como no todo está en sus manos al contrario de los eternos entusiastas que ven supermanes donde solo hay seres humanos, eso y que parecen desconocer todo acerca del funcionamiento de la política norteamericana con sus equilibrios de poderes, el reparto de los mismos entre la presidencia y la cámara de representantes y el senado, los poderes locales de cada estado, los vetos de unos y otros... Pues eso, que nunca una carrera presidencial como la Obama estuvo más llena de obstáculos. Y aún así, jamás le podrán decir que afloja o se retira de la competición, que no lo intenta. Como con la solución de la crisis, el único que da ejemplo de cómo atajarla recurriendo a una batería de medidas de las viejas teorías keynesianas actualizadas mientras en la Europa una vez más bajo el yugo germano nos resignamos a la política de la tijera como en su tiempo fue la de los tanques.

Obama como lo mejorcito que hay por ahí en su gremio. Ya sólo por la cuestión racial, y aunque a muchos les escueza porque hacer hincapié en ello les aflora cierto racismo a la contra, disimulado, hipócrita, el del que quiere hacer creer al prójimo que las cosas no existen si no las nombras, merecería volver a ser elegido. Ya habrá tiempo de evaluar en toda su magnitud el beneficio inmenso que el ejemplo de Obama ha supuesto para el derribo de más de una barrera mental, los cambios sociológicos que un hecho tan simbólico como su elección operarán en la percepción que los negros u otras minorías tienen de si mismos y en concreto de sus posibilidades.

Entre tanto, Obama de campaña permanente. Un día toca ser gracioso en el show de Letterman, mover el esqueleto en del Elien, cantar un soul en un mitin, mandar a la parienta a hacer unas flexiones, o lo del blues de mi adorado B.B. King (que no sé yo si ya me parecía nonagenario en aquel concierto en Dublín hace... ¿diecimuchos años?). Lo que sea en esta época de la imagen y poco más, que más vale un buen meneo en un plató que un discurso sobre cualquier estrado.

Luego ya uno no puede resistirse a las extrapolaciones. Y claro, ¿Rajoy bailando una muñeira o el rap de los chuches?, ¿Rubalcaba desmelenándose a ritmo de los Beatles? ¿Cayo Lara cantando la Internacional puño alto o los de Amaiur el Eusko Gudariak otro tanto? Me entran escalofríos conººººººº solo pensarlo. Estamos a años luz de la frescura y el savoir faire que se estila en los E.E.U.U. Aquí de Show Business ni siquiera lo justo, como que aquí parece que todavía no salimos del Brick Business.

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