domingo, 26 de febrero de 2012
LO SIENTO, NO SOY GAY.... DE MOMENTO, LADRÓN.
Anoche a la salida del Erkiaga, de meternos una de cantarelus con pulpo, carrilleras con arroz de los cereales para desayunar, unos chipis rellenos de gamba y las preceptivas botellicas de cosechero, después de que el amigo L nos arrastrara a tomar unos cubatas hasta el Marañón y ese de las vacas que hay al comienzo de Dato, que ahora ya entiendo porque son de colores..., tras hacer el bobo junto a la barra en plan "¿que somos espejismos o qué hostias", pues que acabamos en el Dublín de la Virgen Blanca, que es como mucho más normalito y te sirven al momento.
Pero claro, uno que ya venía sugestionado por el trato, inexistente para ser exactos, de los camareros de los anteriores locales, y en eso que veo que el del Dublín, un jovencito espigado, con melenilla y perilla, todo estirado y caracartonado él, se nos acerca para servirnos los gintonic y la mierda esa con vodka que beben las chicas. Pues oye, que le veo tan serio, tan distante al muy cabrón, tan a lo camarero de Vitoria, que no me aguanto, así que le interpelo de tal guisa:
-Oye, ¿tú sabes sonreír no?
-¿Qué? ¿Para qué quieres que sonría? -me contesta con una distancia como de aquí a la Meca.
-Pues para ver cómo es tu sonrisa.
-¿¿¿!!! -el chaval que no acierta a responder, que casi sin quererlo se descojona, vamos, que teniendo en cuenta el morro que traía desde el fondo de la barra, poco más que se descompone.
-¿Ves? Si tienes una sonrisa superbonita -le digo dejándolo literalmente estupefacto.
-¿Me estás tirando los tejos? -Me pregunta tan serio como divertido, y yo, claro está, que me digo, uy, uy, uy, qué pánfilo, este me lo como...
-Pues no sé, nunca me ha dado por ahí, ¿y si fuera así?
-Oh, oh, ohhhhh, ya lo siento tío, pero yo ya tengo la vida resuelta... -me contesta todo convencido de que así no hiere mi susceptibilidad gay...
-¿Pero cuántos años tienes tú para decir que tienes la vida resuelta? -le pregunto de un cabroncete que espanta, que empieza a espantar de risa a los que están a mi lado.
-32 tacos -dice él todo orgulloso.
-¡No jodas, pero si eres un chavalín! ¿Cómo puedes decir de esta po... agua no beberé... -afirmo hecho todo un padre-consejos.
-Lo que quieras tío, pero estoy comprometido -me dice a la vez que le da el último meneo con la cuchara a los hielos de los cubatas.
-¡Nos ha jodido, y yo también con ésta -digo señalando a T-, y con dos putos críos, eso sí que es estar comprometido -en ese momento el mozo que, por fin, se da cuenta del vacile, y yo que me veo obligado a decirle algo para no parecer más gilipollas de lo que salta a la vista-. Te decía lo de la sonrisa porque como es imposible encontrar en Vitoria un camarero que te atienda con una sonrisa en lugar de mirarte desde que entras al bar como si te reconociera de haberle robado de pequeño en el cole los bocadillos del hamaiketako (almuerzo), pues eso, para saber si podíais hacerlo o se trataba de alguna norma no escrita o una tara del gremio.
-Lo que pasa es que de noche no todos los clientes son tan simpáticos como vosotros -me suelta de repente y con una sonrisa la mar de pícara el muy... ladrón.
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