miércoles, 15 de febrero de 2012

EL MUNDO SIN LAS PERSONAS QUE LO AFEAN Y LO ARRUINAN - PATRICIO PRON


El Mundo sin las personas y lo arruinan, no sólo es el título de uno de los cuentos que dan nombre a este libro de relatos Patricio Pron, es también la enésima prueba de un muy peculiar talento del argentino para titular. Títulos largos que dan opción a todas las interpretaciones que uno quiera, a que corra la imaginación, al estilo de los de Antonio Lobo Antunes; casi son micro relato en sí mismos.

En cualquier caso, y rápido que se me quema la merluza, si hay que buscar un común denominador a todos estos cuentos tan diversos en su contenido y apenas formalmente hermanados por el marco germánico en que transcurren directa o indirectamente, ese el es estilo ya consagrado, en mi humildísima opinión directo al Olimpo de la literatura en lengua castellana, un clásico ya antes de llegar a los cuarenta por derecho propio antes que por ningún tipo de convención académica, editorial o cualquier otra mandanga, de Patricio Pron. Llevo tres libros del argentino germanófilo y la verdad es que hacía tiempo, mucho tiempo, que no me enganchaba a un escritor tan joven, digamos de una vez, un lustro largo más joven que uno, con la sensación de estar leyendo algo que merezca la pena el tiempo que le dedico, algo que sé que queda ya en el archivo de mi memoria literaria, algo que sé que llegado el caso, cualquier cosa que pueda relacionar desde cualquier distancia con su obra, me provocará de inmediato referencias como lo hacen otros autores que leí en su tiempo, otros tan variopintos y a veces incluso en teoría incompatibles, pero en los que encontré lo mismo que en Pron, nada más y nada menos lo que busco y lo que intento, lo que merece la pena de esta cosa de los libros: estilo propio.

Él lo tiene por talento con las frases, y es un escritor de frases largas como no podría ser de otra manera a poco que se quiera dejar uno arrastrar por eso que llaman el torrente narrativo, a poco que se tenga algo que decir o escribir más bien, y puede que también por su particular mundo literario, a caballo entre su Argentina natal, Alemania y por supuesto que el resto del mundo.

Llegados a este punto cedo a la tentación de olvidarme del libro que motivaba esta entrada, y recordar, como ya lo hice igual de emocionado hace la tira de entradas, una de las novelas más preciosas, originales y conmovedoras que he leído en mucho tiempo: El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. A decir verdad, también he encontrado la misma intensidad narrativa en varios de los relatos de El Mundo sin..., en concreto en En el Realismo y en Una de las últimas cosas que me dijo mi padre, siendo en este último relato una de las pocas veces en mucho tiempo que he emocionado verdaderamente leyendo, a saber hasta que punto por motivos exclusivamente personales o simplemente argumentales.

De cualquier modo, y a sabiendas de que no importa lo exageradamente encomiástico que pueda parecer uno, siempre que sea sincero, que merezca la pena la persona y la obra objeto de semejante aluvión de entusiasmo, espero no pecar todavía más de excesivo si remato esta reseña, o lo que sea, con un hurra por Niga Hagen y también, ya lo siento, por Juán José Saer.

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