miércoles, 8 de febrero de 2012

REDOMADO E INTEGRAL


Michael O'Leary (20 de marzo de 1961 en Mullingar, Irlanda) es el Consejero Delegado de la aerolínea irlandesa Ryanair. Es uno de los hombres de negocios más ricos de Irlanda y probablemente también el paradigma de un cierto tipo de empresario que llegó a estar de moda en su momento porque supuestamente rompía moldes con sus formas e ideas. Luego, cuando el encandilamiento inmediato e instintivo que suele acompañar a estos tipos, que aparecen de repente como de la nada envueltos en una prestigiosa aureola de outsider , empezó a hacer aguas por todas partes ante la evidencia de que donde algunos creían ver rebeldía y valentía sólo había grosería y felonía a raudales, el irlandés ha acabado convirtiéndose en el prototipo de lo peor que se puede ser en su gremio: un verdadero sinvergüenza.

Sus ideas tan atrevidas como controvertidas consiguieran convertir una pequeña compañía aérea en la más rentable de su ramo gracias a su política de reducción de costes y, aquí es donde la carrera de O´Leary deriva directamente hacia las cotas más altas de ignominia, una campaña de publicidad permanente que se sostiene a base de polémica, es decir, de estridentes declaraciones públicas, ataques personales e insultos hacia los directivos de sus competidores, las autoridades aeroportuarias, los gobiernos, y sindicatos.

En una conferencia de prensa sobre los futuros vuelos intercontinentales, con el nombre RyanAtlantic, O'Leary describió la experiencia de viaje en primera clase como "camas gratis y mamadas."

Con estas credenciales O´Leary aparece no tanto como el outsider como el que siempre le ha gustado pasar, el listillo de la clase, el graciosín al que todos le ríen las gracias mientras él se forra, como el ejemplo de lo más bajo y ruin de la clase a la que pertenece, la de aquellos que, al contrario de lo que nos hablaba el padre del liberalismo económico, Adam Smith, para el que el fundamento de la acción moral se basa en sentimientos universales, comunes y propios de todos los seres humanos imprescindibles para un funcionamiento correcto de la sociedad, están convencidos de que no hay norma moral o ética que valga porque el fin último, el beneficio, lo justifica todo; opinión que vale tanto para convencer a un cliente de que pague para bajar de pie en un avión como para atracar una gasolinera a punta de pistola.

Así pues, habría que colocar a O´Leary a la misma altura moral de un Mario Conde e incluso de Jesús Gil y Gil en su momento, supuestos quijotes contra el sistema en beneficio exclusivamente propio, a los cuales el tiempo, y sobre todo los hechos demostró, colocaron en su verdadero sitio, la trena y poco más.

Y como para muestra un botón, he aquí al señor O´Leary demostrando su catadura moral en el aeropuerto de Loiu, haciéndose retratar delante de los trabajadores en huelga de Spanair mientras se cachondeaba de ellos. Demostrando, más bien, que además de un hijo de puta redomado también puede ser un gilipollas integral.

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