domingo, 27 de noviembre de 2011
DE LA LECTURA Y FERNANDO VALLEJO
Interesante este artículo leído hoy en la edición digital de EL CORREO acerca de la lectura:
Hace una década, John Carey imaginaba que en el futuro, los individuos quizá acaben asfixiados por la superpoblación y aprecien el sosiego de los libros. Pero mientras llega ese momento, avisó, se han creado dos mundos paralelos: las personas que leen y las que no. «Ninguno de los bandos entiende al otro».
Esa batalla moldeará los medios de comunicación de los próximos años. ¿Perderá el libro su hegemonía de siglos? Carey reconoce que explicar hoy su utilidad «es extremadamente difícil». La televisión y el cine son perfectos porque «se parecen a lo que representan», pero transformar las palabras en imágenes «es una operación increíblemente compleja» que «implica un tipo de poder imaginativo distinto a cualquiera que se utilice en otros procesos mentales». Ese poder se relaciona con la facultad de desarrollar ideas propias y ponerse en el lugar de los demás, dos ingredientes esenciales de la civilización. «Dejas el libro, enciendes la televisión y la relajación es instantánea. Eso se debe a que una parte de tu cabeza ha dejado de trabajar», resume el profesor.
Carey niega que la lectura sea elitista, puesto que los niños pueden aprender a leer en colegios públicos y tienen bibliotecas a su disposición. Lo que ocurre es que «algunas personas son perezosas» lo mismo para abrir un libro que para caminar. Y para rematarlo, el esnobismo artístico no ayuda a vencer esa pereza; más bien contribuye a que la gente relacione la literatura con «el fanfarroneo y el falso refinamiento» y se aleje de ella como de la peste.
Porque sí, todos lo sabemos, los prejuicios entre los que leen y los que no son de doble dirección. Ahora bien, de una cosa estoy seguro, porque aquí hay que decantarse, si es bien cierto que una persona que no lee no tiene porqué ser menos lista que otra, no olvidemos que hay una inteligencia natural, también lo es, o más, que la lectura siempre beneficia al que la práctica, ya sea porque el placer o conocimiento que le proporciona, o porque está más que demostrado eso que el señor Carey dice de que a la larga también proporciona la facultad de desarrollar ideas propias y ponerse en el lugar de los demás. De ese modo, nada resulta más ridículo que reprochar a alguien su afición lectora, reprocharle incluso querer ir por la vida de superior, de listillo. Alguno habrá, no digo yo que no, pero así como generalización suena a complejo del que lo dice, porque sabe o intuye lo que se pierde y aún así se ve incapaz por pereza o impericia, razón por la que busca, siquiera de un modo instintivo, motivos para sospechar o denigrar al lector aludiendo a un supuesto elitismo, soberbia o impostura. En todo caso, nada nuevo, de no ser la condescendencia e incluso arrogancia con la que de unos años a esta parte los fanáticos de lo informático te martillean la cabeza con argumentos interesados de que la lectura ya no interesa a nadie, que los libros van a desaparecer, que las generaciones venideras no los leerán. No te hablan, no, de que los hábitos de lectura serán los que cambien, ni siquiera de que precisamente ahora con Internet el acceso a la cultura ya es más fácil e universal que nunca. Simplemente les pirra la idea de que ya no se leerá libros, ni en papel ni en pantalla. Se les nota demasiado el plumero, se les nota también que estarían más a gusto en un mundo sin libros, así podrían sentirse en igualdad de condiciones con todo el mundo, a la misma altura, no me pregunten cuál, no lo sé, que a mí el tema me la trae floja, ni juzgo ni trato a las personas por lo que son sino por cómo son, espero que en general buenas. En todo caso, asunto peliagudo este del igualitarismo intelectual al que aspiran los que en vez de intentar desarrollar sus facultades cognitivas o intelectuales prefieren que otros dejen de hacerlo para no sentirse de menos.
Pues eso, que ellos se lo pierden como nos perdemos otros el caviar ruso o el sexo tántrico. Por mi parte, aprovecho este post para congratularme por el premio que le han dado al escritor colombiano Fernando Vallejo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México. Vallejo al menos no defrauda, lo podrán tachar de histrión, soberbio, sentencioso, radical, faltoso, de todo; pero, insisto por enésima vez, tiene una voz propia, te podrá gustar o no, pero nunca podrás decir que lo suyo deja indiferente. A los bienpesantes o bienquedas, los mansos de conciencia -de los creyentes mejor ni hablamos...-, seguro que les molesta la vehemencia exacerbada con la que arremete contra sus monstruos particulares, les molestará incluso la crudeza de sus libros, pero a los demás nos encanta esa forma descarnada de escribir para decir algo, para dejar constancia de un mundo literario propio y original. Eso es literatura, lo demás, incluso lo que hacemos muchos, no pasa de emborronar hojas.
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