"El clima es el adecuado para promover un golpe militar y hay que echar leña al fuego desde la sombra. No hacen falta agentes provocadores, pero los hay, dirigidos desde el propio Ejército. Lo cuenta Iribarren: quieren la guerra, quieren recuperar una preeminencia social perdida o terminada de perder en la guerra de África, quieren ganar una guerra, por una vez, aunque sea contra sus propios compatriotas, porque esas son las únicas guerras que son capaces de ganar. Ya lo habían demostrado en Asturias, en octubre de 1934, por no hablar de las carlistas. En las demás no salieron muy bien parados -para la de Marruecos necesitaron ayuda francesa- y eso tiene difícil perdón y arreglo."
EL ESCARMIENTO - Miguel Sánchez-Ostiz
Me he acordado de esto que había subrayado hace un par de días en el último libro de MSO, y eso que en este caso la manía de subrayar libros me está resultando un verdadero engorro, todo el libro es subrayable, memorable, casi no hay párrafo que... En fin, todavía estoy con él y por muchos días, es de esos de leerlo a bocados de gourmet, siempre lo suele en el caso de su autor, pero en este caso el potaje es de esos de sacar a colación en todas las futuras comidas. Lo que sea, pero quiero prolongar su lectura lo máximo, sé que luego tardaré en probar algo parecido. Pero bueno, no sé, no esperaba menos, creo que hasta me va a dar "lacha" hablar del libro por miedo a parecer una gruopie, eso o decir tremendidades del tipo "¡joder, toda la puta vida esperando leer este libro o cualquier otro parecido, pero así, así..." . En cualquier caso, me acordado de este párrafo en el viaje de vuelta a Uvieu mientras leía la prensa del día, algo sobre armas químicas, el dato, ya sabido de otras lecturas -no estoy seguro si en el mismo libro de Legineche sobre Annual-, del uso de napalm, fósforo blanco y bombas de racimos sobre la población, subrayo, la población, durante la guerra contra los insurgentes rifeños de Adb-el-Krim, uno de los personajes históricos más interesantes tal y como recuerdo del libro de Leguineche y otros. Lo he recordado porque de estas cosas, claro está, apenas se habla, van directamente al cajón del olvido. Aquí mejor celebrar coloridas batallas napoleónicas de las que hasta tienes que leer cosas del tipo: "no se torturaba al enemigo. Era un tiempo de gloria y héroes". Me ahorro el nombre del autor de la ocurrencia, sólo decir que no ha hecho poco daño ni nada toda la impostura testosterónica del Reverte. Pero es lo que hay, viene de atrás, hacer de la guerra una cuestión romántica, casi bonita. Y cuanto más lejos, cuanto menos vínculo con el presente, mucho mejor, nadie se amotina por los anacronismos o las puras y burdas patrañas, decoran y ya está, no nos vengas a joder la farra. Ahora es la Francesada, me temo que empezaron también hace tiempo con las Carlistatas, como no son pocos ya ni nada los libros de aventuras o casi que tienen a los de la boina roja como personajes puramente novelescos, románticos luchadores de causas condenadas al fracaso de antemano; claro que esta patraña, para los que venimos de una tierra donde fueron amos y señores en su tiempo, y sabemos por nuestros mayores de quiénes, cómo eran y lo que hicieron, y con quién, en la última de las suyas, suena a verdadera infamia. Pero claro, la literatura, el bestsellerismo más bien, contribuye al pasteleo histórico para consumo rápido y sobre todo el puro y simple entretenimiento. Lo que no parece aprovechable, en cambio, es lo del ejército español como el primero en usar gases para exterminar a la población local, rebelde. No si encima se trata del por principio pérfido y malvado moro, lo peor de todo en la iconografía de miedos del españolito medio. Ahí hay un claro problema de guión, los malos no son los que tenían que ser, por no hablar de la categoría del enemigo, un personaje notable como Abd-el-Krim - y no sé yo si decirlo te hace ya de la ETA o algo por el estilo- que libró una guerra contra la ocupación española de su país, el Rif, con escasos medios y el arrojo, todo lo cruel que quieras, Annual mediante, y por eso, por eso el absurdo de convertir las guerras en un pasatiempo de domingo. Una guerra contra el invasor español que además ganaron, dando origen al primer estado independiente de aquella África colonizada por sus cuatro costados y que además quiso ser moderno y democrático hasta que los franceses decidieron meter mano en el asunto ante la manifiesta incapacidad de la parte española para meter en vereda a unos cuantos salvajes rifeños, que les decían con todo ese desprecio que todavía siguen usando muchos hacia los que no comulgan con los dogmas de fe del nacionalismo bueno, el preceptivo, el rubricado por la carta en cuestión. Lo dicho, no es una historia bonita, es indigna, canalla a más no poder, por eso nunca le meterá mano un Arturo Pérez Reverte, o cualquier otro Reverte a secas, no sirve para hacer patria, para creernos siempre mejores que el resto, ya se sabe, "los españoles nunca habríamos hecho lo que hicieron los ingleses en América, los españoles nunca habríamos hecho un holocausto como los alemanes -aquí procede añadir que bastante ocupados estábamos ya haciendo uno entre nosotros-.
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