domingo, 2 de junio de 2013

LO ÚNICO QUE NOS QUEDA...




No debería hacer publicidad por la face de ningún lugar concreto, no lo sé, me da igual. Pero, qué coño, si es que me pregunta el feisbuk a ver que se me pasa por la cocorota en estos momentos de espera a la jamada dominical y familiar, y sólo me puedo acordar, así de simple es servidor, de la ensalada de pulpo con catarelus, el revuelto de hongos con foie, los pimientos rellenos de bacalao, la morcilla con esa salsa de tomate y picante a reventar, las botellicas de cosechero, qué bueno el cosechero, el vino de toda la vida, y sobre todo, la buena compañía a la mesa, las risas a cuenta de todo y a carcajadas. En qué hostias voy a pensar si no, Mr. o Miss Facebook, ¿en lo de siempre, en lo de todos los días, en las angustias propias y colectivas, en las negruras del horizonte más inmediato, en las de los que tengo al lado? Pues no me sale de los cojones, si me pregunta pues aprovecho para celebrar de lo bueno que tiene la vida, lo cual en mi caso, insisto que soy básico por convicción, casi que se reduce a una mesa con buena comida, bebida y mejor compañía, en el de anoche y en el resto de veces con los mismos o con otros. Por eso aprovecho para elogiar por enésima vez el ambiento recogido y jatorra de la Taberna Erkiaga, el buen hacer de los que lo llevan, el placer de lo pequeño y de lo sencillo, el lujo de poder disfrutar de un rincón así en mi querido casco viejo vitoriano, en las cenas que nos quedan por celebrar en lo mismo así se vaya todo a la puta mierda. Y no es cuestión baladí ni frívola lo de comentar la felicidad con taninos de cada cual, al menos yo no lo creo, podrá ser todo lo iluso o efímera que seguramente lo es, pero qué menos que solazarse por unas horas y si encima lo sigues haciendo en un día que todo el mundo parece haber alcanzado orgasmos existenciales gracias a los triunfos del equipo local y el de un vecino y hermano, pues mejor que mejor, viva la alegría insustancial, casi lo único que nos queda.

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