Andan mamarracheando aquí al lado de donde me encuentro ahora un buen número de gente venida de todas partes con disfraces de la época napoleónica, vamos, los unos de soldados gabachos, otros de ingleses, españoles y no pocos de guerrilleros locales a lo Curro Jiménez o casi. Se lo deben estar pasando bomba, que he leído que esto de la recreación de batallas históricas es todo un jolgorio al que son muy dados por toda Europa. Pues bien, nada que objetar mientras se paguen la farra de su bolsillo. Aunque me temo que no, que va a ser que aquí ha acoquinado todo el mundo para que la cosa quede lustrosa y así celebrar por todo lo alto el 2000 aniversario de la batalla que acabó con la presencia de los gabachos en España e inspiró a Beethoven su sinfonía de la Batalla de Vitoria. Hay mucho merchandasing por ahí, lo cual es casi sinónimo de mucha bobería. Tanto o más como la imagen del politiqueo local rindiendo homenaje a los caídos en una batalla del XIX junto a la falla de piedra que la conmemora; el alcalde y el diputado general también de carnaval. Ya sé que la batallita es casi el único suceso de verdadero calado histórico sucedido por estos pagos, el único que tuvo repercusión a escala mundial y bla, bla, ya luego todo lo demás carlistadas, matarse entre hermanos y poco más. No obstante, de celebrar algo, ya que hay que hacerlo, digo yo, podían haber aprovechado para hacer pedagogía de los horrores de la guerra, del absurdo de la misma y en especial de los hombres que nos llevan a ellas. Pero no, a las autoridades peperas que mamonean en minoría nuestra ciudad y provincia les ha dado por la cosa rancia, patriotera, cómo no, la ocasión pintaba calva para españolear un rato aunque la mitad de la población se ponga de morros con la cosa, que luego ya hay que tener poca vergüenza, De Andrés, para despotricar contra el nacionalismo por corto de miras, excluyente, que sí, la mayoría de las veces sí, otra no tanto como te gustaría para dártelas de ciudadano del mundo desde tu sillón, ¡pero qué coño es lo tuyo en rojigualdo entonces? Pero, insisto, del horror de aquella carnicería lo justo, como de pasada que afea el evento, no es de buen tono, estropea la farra, mejor el carnaval con los colores de los uniformes y las banderas, el de la ofrenda floral, las loas con eruditos coñazos de por medio a los carniceros con galones o trabuco. Pues eso, hacía atrás como los cangrejos, y ojo, que por lo mucho que disfruta la peña con la recreación histórica y toda su parafernalia, miedo me da que algunos no añoren aquella misma época, en especial al infame al que le gritaban a su paso "¡Vivan las caenas".
domingo, 23 de junio de 2013
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