jueves, 9 de junio de 2011
EL VIGILANTE EN RUTA Nº0016
El vigilante en ruta nº0016 no tenía otra cosa que hacer hoy al mediodía que aprovechar que era la hora de salir de los críos del colegio de La Eria en Oviedo, para ponerse a poner multas como un poseso, que para algo los padres, que semos del género bobo, creemos que podemos aparcar un rato mientras recogemos a nuestros tiernos infantes. El vigilante en ruta nº0016 se debe creer todo un campeón en esto de las multas porque sólo a un capullo retorcido y malo como él se le ocurre aprovechar ese momento del día para sumar puntos delante de sus jefes; mira cuántas multas he puesto está mañana, una tras otra a la misma hora, pin, pan, pun, sin piedad, he dejado el boli echando humo... El vigilante en ruta nº0016 debe trabajar para la única empresa de OTA de una ciudad como Oviedo que no deja pasar la hora ni un minuto sin sacar su talonario, menos aún va a tener el detalle, la consideración, de tener en cuenta lo particular del momento para los padres que van con su coche a recoger a sus críos. El vigilante en ruta nº0016 no sabe, o se la suda, que la policía nos prohíbe aparcar en doble fila tras un largo tira y afloja, que queramos o no debemos aparcar donde se pueda. El vigilante en ruta nº0016 considera que debemos dejarnos nuestras monedicas todos los días para unos pocos minutos. Al vigilante en ruta nº0016 no le llega la sangre al cerebro para pararse a pensar lo especial de la situación. Todavía le llega menos sangre aún cuando te acercas a él, apenas acompañado por una muchacha de entre la más de media docena de padres que aceptan la multa con la resignación de los sumisos por principio, con intención de interpelarle nota en mano, primero educadamente, por el abuso más que evidente, y segundo, con ni siquiera una cuarta parte de la mala hostia de la que servidor es capaz, cuando ya el enano seboso te ha contestado displicentemente, todo él una sonrisa porcina, que la ley de la zona azul es la ley de la puta zona azul y que a joderse toca en azul o en el color que quieras, que de excepciones nada de nada, como que no pudiera él si tuviera un mínimo de masa gris en su amorfa testa de gorrino en pienso. Entonces el gordo cabrón ya no ríe tanto, oye gritos y ve cómo se le hincha la vena del cuello a un servidor, intuye que como me siga poniendo esa sonrisa de capullo al cuadrado se me pueden cruzar los cables y liarme a hostias, sabe que si yo acabo en la cárcel a él como poco le tocará ir al hospital. De modo que me dedica un gesto de que le deje en paz y se da media vuelta a toda pastilla, que me vaya a protestar a quién le competa, que él sigue con su jornada de hijo de puta en ruta. Por mis cojones que lo haré, le suelto y me voy hacia él para asegurarme de que me oye repitiéndoselo a la cara, que me diga su nombre; lo tiene en la nota, déjeme en paz, no me insulte... ¿Que no te insulte? A partir de hoy hasta el día del juicio final cada vez que te vea por la calle, baboso de mierda. Ya sé que no me queda otra que pagar la puta multa para no darle un disgusto a mi señora, que si fuera por mí te la metía directa y literalmente por el culo, no me da poco asco ni nada los tipejos que se escudan en las leyes o las normas para joder al prójimo aunque las circunstancias, al poco que tuvieras dos dedos de frente, siquiera sólo un poco de empatía con tu prójimo, cabrón, te tendrían que hacer recapacitar acerca de lo conveniente o no de ello. No se le veía poco complacido ni nada al miserable vigilante en ruta nº0016 de la OTA de Oviedo por la cosecha de multas que se había marcado en menos de cinco minutos, ni en sueños le podría haber salido mejor, a ver si es que él cerdo verrugoso en cuestión a lo que aspira es a empleado rastrero del mes. Claro que a ver si voy a ser yo que me estaba cebando injustamente con el pobre vigilante en ruta nº0016, apenas un mandado de la empresa privada que gestiona la cosa de la OTA en esta ciudad, y ya se sabe, nada como el sector privado para gestionar estas cosas, siempre a servicio de sus beneficios antes que del público, es lo que tiene, lo que les gusta a los que mandan aquí y seguirán mandando, impulsemos el sector privado en los servicios que competen al ayuntamiento, los que atienden a los ciudadanos, pobrecicos, que ya luego ellos sabrán ser generosos con nosotros, las autoridades.
En fin, que el vigilante en ruta nº0016 me ha tocado hoy los cojones a base de bien y no precisamente por la miseria de los tres euros con cuarenta de la puta multa (lo que viene a ser lo que me cuesta una docena de huevos caseros...), sino por la mala fe del capullo de mierda, su falta de consideración, su chulería de memo uniformado, que ya sé que son pijadas, naderías si se quiere, pero puede que, a falta de otras más a mano, también son razones para que me hierva la sangre como me ha hervido hoy, que servidor no es precisamente uno de esos espíritus templados y cerebrales con una capacidad inaudita para discutir las cosas en frío, qué hostias, servidor en momentos como ese se convierte en una bestia parda y prueba de ello que a dos o tres horas del encontronazo todavía me esté comiendo los cojones por dentro, alimentando la bestia asesina que se apodera de mí en estas ocasiones, mecagonsuputamadre y toda su parentela hasta la última rama de su podrido árbol genealógico.
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