domingo, 19 de junio de 2011

LA DEGRADUACIÓN



El viernes degraduaban a mi hijo mayor. No tengo ni pajotera idea de si ya es regla general en la mayoría de los colegios españoles por estas fechas o tan sólo de unos cuantos, el caso es que el colegio al que asiste mi hijo mayor organizaba un sarao tipo graduación colegio americano, el cual, como por poco, por ser una pizca moderado en mis comentarios, me pareció una patochada de tomo y lomo.

Ya de entrada al gimnasio donde se celebraba el evento, que me doy de bruces con una inmensa pancarta con los caretos dibujados de las criaturas que iban a recoger sus diplomicas; ¿pero qué cojones hace mi hijo con un tricornio en la cabeza????

Menos mal que su madre se apresuró a aclararme que no era un tricornio sino un birrete. Bueno, bueno, la verdad que tampoco veía mucho la diferencia. En todo caso, comienza la fiesta al poco de haber comprobado que, por mucho papel con el croquis de los asientos asignados a cada padre que nos hubieran repartido previamente, la peña, esto es, la avalancha de abuelos, tíos, primos y curiosos invitados, y para no variar, that´s Spain, se lo había pasado por el forro de los cojones; muy americano, sí.

Luego comienza la cosa de llamar uno por uno a los infantes a una especie de estrado donde el director del colegio les entregaba un diploma y la correspondiente cascada de aplausos. Repito, de uno en uno, un suplicio para todos aquellos desnaturalizados que no se nos cae la baba ante el espectáculo de unos tiernos infantes pasando uno de los peores tragos de su vida por obra y gracia de la tontería de los mayores. Porque, a ver de dónde coño ha salido esta idea de la ceremonia de la graduación que no sea de las películas o series americanas, que servidor y la mayoría que ha consultado jamás tuvo que someterse a semejante esperpento; vamos, a mí me ponen un birrete con seis años y te juro que les pongo yo una bomba con quince. Y uno se pregunta, quién, pero a quién coño se le ha ocurrido que exportar esta costumbre angloboba a España podía ser de algún interés pedagógico o por el estilo. ¿el/la presi de la correspondiente asociación de padres de alumnos tras ver un episodio añejo de Sensación de Vivir? ¿El director que debió desempolvar ese día el traje de su abuelo para la ocasión y el resto de docentes en venganza por todo lo sufrido con los putos críos y sus padres a lo largo del año?

Sea como fuere, no niego que la representación teatral de cuento de la ratita presumida tuvo su punto con nuestros hijos en su primer contacto con el mundo de la farándula, siquiera sólo por saber que el mío, al igual que su padre, jamás hará sombra a Antonio Banderas ni al mismísmo Vin Diesel, que mira que no es fácil con lo mal actor que es el tío, y eso qye hacer de pato como le tocaba al mio fio tampoco tenía mucho misterio. Pero va a ser que los Arinas somos de naturaleza sumamente reservada y con un acusado sentido del ridículo. Me recordó las obras que nos hacían representar en el salón de actos de Sanvi, en eso que llamaban Dinamika y que consistía en la labor, ya no titánica, imposible por parte de nuestro profesor, el Cecilio, de hacer que un grupo de críos vitorianos perdieran la vergüenza y desarrollaran dotes interpretativas o por el estilo, siquiera sólo para poder llegar algún día a balbucear dos palabras seguidas en público. Sea como fuere, que estuvo muy bien la obrita, cosa que no se puede decir de lo que vino antes o después, entre lecturas de poemas, cánticos y baile del Xiringüelo, (baile típico asturiano). Pero bueno, lo mejor que se puede decir del evento es que ya pasó, lo peor que me temo que seguirán repitiéndolo años tras año.

Claro que todavía está por ver lo que les espera a nuestros hijos de acuerdo con esta tendencia de que la vida imite a la ficción y no al revés, esta carrera por copiar cuantas más memeces del Imperio mucho mejor para animar nuestra adocenada existencia -ya hablaremos cuanto pete del Halloween de los huevos-, este proceso imparable de aculturización de una sociedad cuyos miembros demuestran tener los sesos cada vez más esponjiformes o por el estilo. Fijo que no tardarán en ponerse de moda también los bailes de fin de curso a la americana, que tendré que aguantar a mi retoño atacado de los nervios porque todavía no tiene moza para el mismo, que a ver qué se pone, quién le subvenciona los preservativos, que si le dejo el coche. Pero calla, calla, que ya puestos a ver si también les van a hacer tararear el txunta-txunta cada mañana al comienzo de clase, sí hombre, eso que le ponen a la Roja antes de empezar el partido para que los jugadores se pongan a mirar al vacío o ya directamente a ver si se han atado los cordones de los zapatos; vamos, que mejor déjate ya de Halloween o Viernes 13.

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