lunes, 13 de diciembre de 2010

EL IRRESISTIBLE ENCANTO DEL ETERNO PERDEDOR


Al final fue Martínez de Irujo quien se calzó la txapela de la final de cuatro y medio, noveno título que se lleva el navarro y el pronóstico de muchos de que de seguir así pronto pondrá cerco a la marca del mítico Retegi. En fin, alegría desbordada, felicitaciones de todo quisque, el partido ya hecho épica para consumo de pelotazales. ¿Y su adversario? Pues lo de siempre, antes del partido ya le advertían al de Ibero que tuviera cuidado con él, a ver si este año iba a ser que sí, que no era normal tanto rozar el cielo y quedarse siempre a las puertas, el que la sigue...

Pues tampoco ha sido esta vez, pobre Barriola, éste la sigue como la sombra de cada uno, que parece que lo tienen precisamente para eso, para perder finales, como que el de Leiza atesora todo este palmarés, y solo desde el 2004, no es cuestión de hacer sangre, no más de la que ya hacemos.

-Subcampeón del Campeonato del 4 1/2 de la LEP.M 2004. Subcampeón del Campeonato del 4 1/2 de la LEP.M 2006. Subcampeón del Campeonato Manomanista de la LEP.M 2007. Subcampeón del Campeonato del 4 1/2 de la LEP.M 2007. Subcampeón del Campeonato Manomanista de la LEP.M 2008. .

Eterno subcampeón, mentiriamos si dijéramos que los pelotazales se olvidan de él en cuanto acaba el partido. La verdad es que todavía es mucho peor, si los pelotazales se acuerdan de él es precisamente por eso, porque siempre es el segundo, el eterno aspirante ya a nada, te toca de rival y sabes que te las va a hacer pasar canutas, pero tranki, que al final te dará la victoria porque ese parece ser su cometido sobre la faz de la tierra.

Suena duro, lo sé, me permito bromear porque en el fondo lo admiro. Es lo que tiene el irresistible encanto del eterno perdedor, que provoca tanta lástima como admiración, lástima porque ya hay que estar muy gafado para llegar siempre a la final y ver cómo la txapela se la ponen otros. Y admiración mucha, fascinación incluso, por el temple con el que año tras año afronta su destino de secundón, Barriola nunca pierde ni la esperanza ni la sonrisa, nunca despespera, nunca tira la txapela antes de perderla...

Por eso me resulta mil veces más atractivo, simpático, que cualquier campeón al uso. Hay mucha humanidad detrás del eterno perdedor, no voy a escribir enormidades del tipo romanticismo o así, simplemente el encanto del que aún intentándolo con todas su fuerzas nunca llega a la cima, el que siempre se queda a las puertas, el que vive resignado con su mala suerte, el que sabe que no se cejará en su empeño porque de hacerlo como que ya no es él, el eterno perdedor, ese que de pasar a los anales sabe que lo hará con su propio mérito: ¿sabías que el abuelo Abel jugó veinte finales y las perdió todas? Todo un crack.

En fin, insisto que hay mucha más humanidad en Barriola que en su contrincante, así como en el Alonso de la temporada de este año, la selección naranja o la española de baloncesto. Saber perder cuanto previamente lo has ganado todo; precioso. Claro que siempre hay peores y mucho más dramáticas derrotas, esas en las que ni siquiera tienes opción a aspirar a nada, cuando ya se te cierran todas las puertas, cuando sabes que tu nombre no perdurará ni como lo hará el de Barriola, solo tienes que acudir al frontón para jugar tu último partido y ver que el aforo no llega ni a la mitad. Algo así le ha pasado a otro navarro, y con éste ya son cuatro los que cito en esta entrada, Martínez de Eulate, al cual ni siquiera le han dado opción a disfrutar de sus derrotas, los de la empresa mafiosa que dirige el cotarro de la pelota vasca lo han puesto de patitas en la calle porque según ellos ni rinde lo suficiente ni tiene estilo ni tiene nada. En tiempos de crisis ya no se pueden permitir el lujo de tener simples obreros de la pelota a sueldos de escándalo, ahora cuanto menos tienes que llegar hasta la final para cagarla. Eso si que es un drama para el que ha dedicado toda su vida a un deporte como éste o cualquier otro, lo otro, lo de Barriola, solo es una circunstancia entre lo chuscho y lo épico.

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