lunes, 21 de febrero de 2011

EL INFIERNO EN VIDA


Decían que en Guantánamo los hijoputas de los americanos torturaban a sus prisioneros, talibanes y/o no, (cuando los agarraron en Afganistán apenas pararon en mientes, todo aquel que se les puso delante con turbante fue a parar a su base cubana por el morro) haciendo todo tipo de ruidos durante la noche para impedir que éstos pudieran conciliar el sueño. Pues bien, hasta hace un año o así pensaba que si me hubiera tocado a mí aguantar semejante suplicio no habría durado ni un segundo en confesar dónde coño se ocultaba el Ben Laden, las armas de destrucción masiva o el Corán en verso.

Ahora ya no lo tengo tan claro, y es que después de meses de brega nocturna con las pesadillas nocturnas de enano, con sus estruendosos despertares al inicio, mitad y poco antes del final de la noche, la riada de vómito encima o junto a la cama, de camino al baño o ya dentro, con el vapuleo al que nos somete el muy cabrón siempre que lo pasamos a nuestra cama porque no puede estarse quieto ni dormido, que el demonio que lo posee le hace ya no sólo dar vueltas sobre sí mismo, sino también incorporarse de repente para lanzarse sobre mi cabeza o espalda partiéndome en dos el cuerpo y el sueño. En fin, eso y que a diferencia de mi señora servidor es incapaz de volverse a dormir de inmediato cada vez que el pequeño monstruo nos despierta, que me quedo en vela y tardo lo indecible en volver a dormirme porque duermo poco pero todo compacto. En resumen, que después de esta larga temporada sin dormir cuatro putas horas seguidas, nada que ver con lo que pasamos con el mayor y de ahí nuestra increíble ingenuidad sobre lo fácil y bonito que sería apechugar con el segundo, creo que puedo afirmar que me hallo en condiciones de ofrecer mis servicios como agente secreto, o si peta como terrorista a lo Chacal, a cualquier servicio de inteligencia extranjero o jeque con pretensiones de convertirnos a todos al Islam o barrernos de la faz de la tierra. Que no les quepa duda a mis posibles empleadores que puedo apechugar con lo que me echen después de soportar a diario la tortura a la nos somete el angelito, que jamás me iré de la lengua así me churrasquen los pelos de la entrepierna con electrodos o me sumerjan la cabeza en un balde de mierda de camello día y noche durante una semana entera.

Y si por lo que sea no me creen, si dudan de la eficacia de este cursillo de adaptación a situaciones extremas, resistencia al dolor psíquico y físico, que sepan que esta noche nos hemos graduado con laudem. Madre del amor hermoso, de de pago y cómo sea, qué pesadilla en vela, berridos enfebrecidos desde las tres a la seis, que no callaba, que cada vez subía más el volumen de sus decibelios, que no había manera de consolarlo, ni bibes de agua, leche, papilla, agua, que le hemos mirado de arriba abajo y no aparentaba tener nada, que sólo quería jarana porque estaba despejado, que se ponía de pie en la cama, que quería guerra, pelea, y como no le devolvías las patadas o los puñetazos porque lo tocaba en ese momento era dormir, el enano se cabreaba y a berrear todavía más alto, hasta que por fin, justo cuando me lo he llevado al salón para calmarlo en brazos, en la silla o donde fuera, ha acabado vomitando en el suelo. Y luego más berridos, y venga a tirar de cochecito medio sonámbulo hasta las tantas, y cuando parecía que se había dormido, que me podía meter en la cama, el monstruo que se despertaba y de nuevo la berrea, y así hasta las cinco y pico de la madrugada, lo dicho, madre del amor hermoso, para matarlo o matarse uno.

Luego ya sé que cuando lo cuentas, lo escribes, los que me conocen, o eso creen, enseguida fruncen el ceño y dirán, "ya está el Txema exagerando, que no será para tanto, que te conocemos". Pues sólo os digo que si es así, que os jodan vivos también a vosotros, que habría que haberos visto hoy con el careto con el que me he levantado, el ánimo no ya por los suelos sino ya directamente en coma.

Asco de vida, y encima la certeza de que este querer amargarme la existencia ni siquiera es una etapa de la vida de mi mocoso, más bien es la primera, luego ya vendrá la de adolescente conflictivo, el no por principio a todo lo que diga su padre, el botellón y los primeros flirteos con las drogas, cruzar los dedos para que no deje preñada a la primera tonta del bote que se ponga a tiro, como me descuide y salga como yo éste es capaz de apuntarse a Nuevas Generaciones sólo para joderme.

En fin, el infierno en vida, puede que sólo el purgatorio.

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