viernes, 25 de febrero de 2011
LA FAMILIA UNIDA
La familia, ese infierno cercano, íntimo. Las hay para gustos, y por encima de todo, de las incompatibilidades entre sus miembros, la insoportable presión que ejercen los unos sobre los otros a cuenta del ombliguismo consanguíneo, los malos rollos por pijadas con o sin notarios de por miedo, con que los quieras y te hagan sentirte querido ya puedes darte con un canto en los dientes. Con todo, si hay algo que me llama realmente la atención son esas familias de destino en lo universal, todos sus miembros cortados por el mismo patrón, unidos en una empresa común, la familia como consejo de administración. Por lo general se creen y presumen unidos como una piña, convencidos de que el secreto de su éxito reside en la fidelidad a unos genes, el acomodo del espíritu de clan a los tiempos modernos. Luego resulta que la fidelidad inquebrantable de sus miembros a los principios, o lo que sea, de la familia en cuestión, apenas es, como casi siempre, una mera cuestión de conveniencia. No falla, cuanto más presumen de amar a los suyos como nadie, de sentir por ellos un apego que al resto debería avergonzarnos porque ni queriendo podríamos llegarles a la suela de los zapatos, más evidente es que lo hacen por su propio interés, aprovechando el chollo de la familia en la que han nacido, la ventaja de que papa tenga tal o cual o se dedique a esto o lo otro.
No te digo nada si papa es el déspota de un país apenas poblado pero a rebosar de gas y petróleo, si los intereses de ese país coinciden en su totalidad con los de la familia, si no es que tengan la vida ya resuelta desde la cuna, es que estás convencida de que toda ella va a ser aquí en la tierra lo más parecido a el Al-Hanna, el paraíso islámico que según algunos textos se asemeja a un inmenso puticlub abierto toda la eternidad, lo digo por lo de las famosas huríes y en ese plan.
De ese modo no es de extrañar que algunos miembros pierdan la chaveta convencidos de que su privilegiado lugar en este mundo no sólo es el chollo del que hablamos, sino también algo así como barra libre para todo tipo de excesos y excentricidades. Los más tontos en seguida caen en la tentación, dan en megalómanos como papa o niños grandes que creen que pueden permitirse todos sus caprichos, todo les está permitido por ser hijos de quien son, desde jugar en el calcio a dar una paliza de muerte a tus sirvientes y que nadie se le ocurra toserte por ello.
Es inevitable que surjan este tipo de mentecatos, Gaddafi tiene unos cuantos como hijos. Ahora bien, también presumía de tener alguno listo, en concreto al tal Sail-el-Islam (Espada del Islám) y a su hija Aisha. El primero hasta presumía de ello, en especial de no ser un cafre como sus hermanos, de tener estudios -hasta se sacón un doctorado de Ciencia Políticas en Londres donde teorizaba acerca de los gobiernos justos y los que no lo son, toma ya- y hasta inquietudes culturales que poco más que lo homologaban a cualquier otro dirigente occidental más o menos presentable. Por todo decían que éste, que iba para sucesor de papa, era la gran esperanza para su tenía una mentalidad más abierta que el zumbado de su viejo y de ahí que lo ensalzaran como la gran esperanza blanca de Libia.
Pues ya pudimos ver hace unos días al elemento de Saif demostrando ante todo el orbe lo sensible e inteligente que puede llegar a ser, el verdadero rostro del que se postulaba ante los dirigentes occidentales, socios y/o amigos, qué más da, eso ya lo hemos tratado con el debido asco, como la versión civilizada, presentable, de papa Muammar. Porque ya no está el horno para imposturas como la suya, ya es tarde para hacerse pasar por el reverso amable de papa, la finca privada en la papa había convertido a Libia está en peligro, la servidumbre se ha amotinado después de todo lo que han hecho por ella, qué ingratos, no se lo pueden creer y de ahí que lo primero que les pase por la cabeza sea darles su merecido, genocidio, no merecen otra cosa, tampoco él y su papa son capaces para nada más, es su verdadero rostro y no ese otro, tampoco Saif puede hacer otra cosa porque no supo emanciparse y al no hacerlo ha unido su destino al de papa, no hay vuelta atrás, sus desmarques no eran sinceros y todos lo saben, se le ha visto el plumero, no es que fuera el digno sucesor de su padre, es que era exactamente igual de loco y criminal que él, ahora puede que lo único que herede sea su mismo destino.
Y la hermano, tan occidental, tan concienciada, tan generosa, tan patética en su intervención televisada para anunciar que no se había ido del país, que era fiel a papa, que no había nada de qué preocuparse, todo estaba bajo control. Por eso hablaba, no desde uno de sus lujosos salones o de un plató de televisión otro tanto, sino desde una especie de pabellón abandonado en el que se podían distinguir los descolchados y los impactos de bala. Todo muy normal, tranquilizador; ni siquiera saben engañar con convicción, con estilo, puede que no les quede ganas, saben que la han cagado y cómo.
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