martes, 1 de febrero de 2011

RESPONSABILIDAD SUBSIDIARIA


Los vi hace ya la tira de años en Senegal. Estaban por todo el jardín del hotel de bungaloes donde nos alojábamos junto a la costa. La primera vez alucinamos porque más que un caracol parecían tortugas con antenas. Pero no, eran caracoles del tamaño de pedruscos, tanto que a mi, que le los suelo comer con tomate y sofrito de jamón y chorizo, me daba ganas de coger un cuchillo y empezar a sacar filetes. Tal era su tamaño que cuando bajabas de noche a la playa y pisabas uno de ellos en mitad de la oscuridad, el ruido era como si hubieras espachurrado una docena de huevos, por no hablar del tufo que dejaba el reguero de caracoles pisoteados, como que si nos hubiera dado por recoger como para una cazolada todavía estaríamos quitándoles los mocos en agua y vinagre. Claro que una vez en Senegal en seguida te das cuenta de que lo del tamaño de los caracoles no es nada del otro mundo, sino más bien la regla general en un país, una parte de África, que a falta de una gran fauna tipo elefantes, jirafas o leones, tiene otra, la cual, caracoles, anfibios, reptiles y todo tipo de insectos, en nuestro hemisferio llamaríamos menor, o ya directamente de bichejos, sOlía ser ya no dos o tres sino hasta diez veces más grandes de lo que estábamos acostumbrados aquí en Europa.

Pues bien, hoy es noticia que el llamado caracol gigante africano (Achatila fulica -me encanta-) se está convirtiendo en una plaga en Andalucía dada su voracidad, y parece ser que por culpa de la moda, tonta como todas, de tenerlo como mascota en las casas.

De acuerdo, pero puestos a ir a la raíz del problema. ¿Alguien ha reparado en la responsabilidad de Bob Esponja y su mascota Gary en la extensión de dicha moda tan estúpida?????

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