viernes, 6 de enero de 2012

¡FELIZ DIAZ DE REYES!


Día de Reyes, para mí el de la decepcíón anual, menos mal que los regalos de verdad me los traía el 25 de diciembre el niño Jesús, que si no qué asco de infancia. Ya fuera porque siempre me traían cualquier cosa que no fuera lo que les había pedido por carta, que había años que uno no concebía como podían haberse equivocado tanto si se lo había puesto bien clarito, que de dónde se habían sacado ellos que sólo quería libros, o porque cuando por fin acertataban con el regalo apenas tenía tiempo para disfrutar de él ya que en seguida había que volver a la rutina del cole y las actividades extra-escolares. Una tradición esa la de traer los regalos a final de las vacatas que el menda no podía entender, ganas de joder o por el estilo de unos monarcas con nula sensibilidad social, pedagógica. Como para no hacerse republicano, que yo estoy seguro que hasta los padres de Jesús se hicieron también ese día cuando vieron aparecer en su chabolo de la cuadra de Belén a los tres reyes de Oriente, un viaje del copón rodeados de todo lujo para traerles una pizca de oro, la peste esa del incienso y ¿mirra? , ¡qué coño es eso? Así que luego no me extraña que estuviera todo el rato la Mari diciéndole a su retoño: ¡qué Herodes ni qué ocho cuartos, tú si que eres el rey de los judíos, mi niño Jesús, qué bonico él!

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