domingo, 13 de marzo de 2011

CUMPLEAÑOS


Todos los años por marzo la misma cantinela, que no es tanto felicitar por su cumpleaños a personas que quieres y mucho, como el hecho de que acordarme de hacerlo me supone un verdadero suplicio por lo que sea. Hoy sin ir más lejos tocaba felicitar a una amiga (iba a poner que quiero mucho, pero me parece que si ya dices amiga redundas, todo lo más que la quieres de los que más o así, pues eso) y ya desde el principio de semana le dije a mi pareja que me lo recordara, pero sólo en caso extremo porque quería hacerlo a toda costa. Pues ayer a la noche, leyendo hasta las tantas entre una cosa y otra, que por lo que fuera recordé que hoy domingo era el cumpleaños, que casi me había olvidado, qué bien, así para mañana lo tengo fresco.

Pues hoy me he acordado casi que por casualidad al volver del café y comprar el periódico. ¿Por qué? Porque estaba recogiendo un clip de famobil de piratas y me acordé de que el pasado finde ella y su family iban de tales. Así que he dicho,¡hostia, el cumple!

En fin, lo peor es que de todos los cumples que debería acordarme el de esta amiga V, y el del amigo P, que también es su marido, pero esto ya es secundario, son los únicos de los que soy capaz de acordarme por el hecho tan casual y egocéntrico de que caen una semana antes y otra después del mío respectivamente. De lo contrario, lo siento, lo reconozco, pero me he olvidado en infinitud de ocasiones del de otros amiguitos, íntimos, tantas veces como el de mi padre, mi hermano, casi mi señora y si digo que me acuerdo de la fecha exacta de los de mis hijos, miento. Ya sé que suena a excusa, mira éste qué morro, qué manera de justificar su ombliguismo, que no ve más allá de sus narices, mal bicho y peor amigo, no acordarse del cumple de aquellos con los que ha privado tanto, que dices del de su padre, pues bueno...

Pues no hay manera, no es un problema de retener fechas, de hecho como todo licenciado de Historia que se precie me sé de memoria un buen número de esas que no sirven para nada. En cambio de las de los cumpleaños es que soy incapaz de acordarme de ninguna como no tenga alguna pista como en el caso del de V y P por caer en marzo junto al mío. Claro que del único del que no me olvido ni dudo nunca, que es el de mi madre por caer justamente el 1 de Enero (y aún así, después de comprar el regalo y tal, a pesar de las doce campanadas, los deseos de amor, salud, prosperidad y demás imposibles para el nuevo año y todo el copón, este año me olvidé de felicitar a mi madre hasta el día siguiente, tal cual lo escribo).

Así que del resto de cumpleaños, por mucho que me lo proponga por el cariño que me inspira la persona, por muy "amiguito" -en el caso de las felicitaciones por compromiso ahí ya confieso que ni me esfuerzo, que bastante tengo ya con los otros-, nada que hacer, completamente imposible, ni haciéndome un nudo en el capullo. Mi señora dice que utilice un dispositivo de aviso que hay en los móviles; pues bien, todavía no me ha enseñado cuál. También para los cumples de la cuadrilla sé que hay un calendario de fechas en el blog de la misma -esta semana lo utilicé para recordar el de V-, pero claro, qué más me da consultarlo con antelación, tiene que coincidir que es el mismo día del cumple de alguno porque de lo contrario no me entero.

Luego está lo de cómo se toma la gente que quieres la nadería esa de que te olvides de su cumple, si encima son ellos los que llaman por el tuyo todos los años te hacen sentirte un cerdo egoísta y pueden que hasta tengan razón. En estas cosas tan de sentimientos y tal el personal es que no perdona una, nunca transige con los fallos ajenos. De ese modo, y como consecuencia de mi inutilidad para recordar cumples, he tenido que aguantar las de Caín por felicitar a mi padre dos o tres días más tarde -por lo general tras llamarme mi madre para preguntarme si había felicitado a mi padre en su momento-, el choteo de un primo por haberlo hecho en el día exacto pero del mes equivocado, o la cara de perro de mi señora por titubear con el de nuestro primer hijo, no te digo ya el suyo, que ese sí que me lo he marcado a fuego en la memoria para evitar contratiempos que sé que afectarían directamente a mi vida cotidiana, vamos, por pragmatismo antes que nada.

Juro que lo mío es de mirármelo, como que todos los años sin falta, y precisamente ahora en marzo, tras haber hecho el esfuerzo titánico de acordarme del de V, después de que pase el mío y a pesar de felicitarme e incluso de organizar la cena de rigor o lo que sea para celebrar los tres juntos, la semana antes del de P, y todos, pero todos los años, empiezo a dudar de si cae el 25 o el 26. Como que es incluso reírme de mí mismo por haberme equivocado un año y empezar a dudar al instante otra vez. Fijo que este año también me pasa aunque ahora me lo esté tomando de coña. Y lo más cojonudo es que si no fuera por P, que hace la función que dice T que tengo en el móvil, también me habría olvidado de otros cumples. O dicho de otra manera, toca confesión, que si me he acordado de los de otros amiguitos durante los últimos años ha sido casi siempre gracias a P, que me llama antes para recordármelo. Pues sí, menudo cabrón insensible estoy hecho, y no lo digo precisamente con orgullo sino más bien con resignación.

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