Este sábado a la mañana coincidían en el centro de Vitoria, nada más ni nada menos que cinco manifestaciones o así. En la plaza de la Virgen Blanca estaban los de los pueblos a los que Repsol les ha pasado facturas desorbitadas por el gas, más del 30%, berreando contra la empresa y el Gobierno Vasco. En la Plaza de la Diputación estaban los currelas de una de esas empresas que quieren deslocalizar en el quinto pino protestando por el ERE de turno. Al lado de estos había una jaima con gente a favor de Polisario y en contra de Marruecos. Por Benigno Moraza desfilaba un nutrido grupo de gente con una pancarta que exigía el cierre inmediato de la central nuclear de Garoña, la enésima vez o así. Y ya para terminar, o eso creo, en la Plaza de los Fueros había una concentración de familiares de presos, sí, de ETA y para de contar, para lo suyo.
Lo que yo digo. Teniendo en cuenta que cada manifa, concentración, sentada o lo que fuera, debió transcurrir simultáneamente, y que en la más concurrida de estas apenas pasaban de mil personas. ¿No habría salido más a cuenta ponerse de acuerdo entre todos para celebrar cada evento reivindicativo a distinta hora y ya de paso juntarse todos para cada una de ellas con el fin de hacer más bulto independientemente de si te va el motivo de la misma o no, ahora tú por mí y luego ya yo por ti? Vamos, para en tiempos de crisis rentabilizar al máximo el capital reivindicativo o así. Pregunto.
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