miércoles, 16 de marzo de 2011

...Y UN TONTO DEL CULO


Este otro que ahora nos ocupa llegó a presidente de su comunidad de vecinos porque el anterior llevaba ya mucho tiempo y su gestión de los últimos años estaba siendo un desastre, se hablaba de que había metido la mano en la caja común. Así pues, y como era el único postulado para presidente lo eligieron a él. No lo hizo mal el primer año ya que afín de cuentas sólo había que llevar los números y siempre estaba aconsejado por otros vecinos que incluso no le habían votado pero que estaban más duchos que él en los asuntos de la comunidad. El segundo año ya no fue tan bueno, dicen que el cargo se le subió a la cabeza, que ya no escuchaba a nadie, quiso poner un ascensor nuevo por las bravas, sin consultarlo con los vecinos y pasando una factura de escándalo a cada uno. Lo echaron en cuanto pudieron. Pero ahí sigue él, alentando a los suyos sobre lo que hay que hacer o dejar de hacer en la comunidad. Los vecinos que lo apoyaron en su candidatura como presidente le pusieron un blog para que vertiera en él sus ocurrencias, a ver si se calmaba el tío. Pero el tipo no cesa de despotricar contra todos y todo. Al principio no se atrevía a tanto porque siempre había creído que no daba la talla para el cargo, que lo mejor era ver y callar, escuchar a los que sabían. Sin embargo, después de dos años de presidente de su comunidad, de codearse con presidentes de otras comunidades y hablar de tú a tú a los del ayuntamiento, el tipo se ha crecido y mucho. Sigue sin saber nada que no sea de sus números, incapaz de hilar un discurso coherente, no le hace falta, otros se lo ponen por escrito o se lo chivan al oído, él dice que sólo le echa los huevos. Porque en fondo se sabe despreciado por todos, ha decidido hacer todo lo posible por llamar la atención. Por eso también siempre que puede abre la boca para soltar enormidades, ir a contracorriente porque sí. Sabe que así epata a la gente, no tanto porque lo que dice sea más o menos coherente, no digo ya inteligente, que no lo suele ser, sino porque cada vez que lo hace suele ser una salida del tiesto que gusta a unos pocos y disgusta a la mayoría. De ese modo siempre permanece en el candelero, los vecinos quieran o no acaban dedicándole corrillos en la escalera. Y como ha conseguido llamar la atención ya no hay quien lo pare. Él cree que su impertinencia es osadía, que dice lo que otros no se atreven a decir, que es un valiente, probablemente el único de todos los que un día le apoyaron. Tal es su descaro que ha llegado a escribir una entrada en su blog donde ponía a bajar de un burro a un vecino aprovechando que acaban de publicar su esquela; ya se sabe, él dice lo que los demás no se atreven a decir. Su grosería va en aumento porque en lo más hondo de su interior está convencido de haber encontrado el modo de camuflar su mediocridad, la razón por la que no acostumbra a responder a las preguntas de otros, la misma por la que se esconde, como un servidor, tras la pantalla de un ordenador, tras la cuartilla en la que le han escrito su discurso a medida, sus salidas de tono. Todo el mundo en el edificio lo critica y se avergüenza de él. Sin embargo, los vecinos que lo apoyaron como presidente en su momento todavía se resisten a reconocer en público lo que no dudan en afirmar en privado, temen que al hacerlo sean ellos los primeros en desautorizarse delante del resto del vecindario, y que no es otra cosa que el “presi” cada día está más ensoberbecido y alejado de la realidad. Otros colegas ni siquiera eso, como que recuerdan que a ellos el “presi” siempre les pareció un tonto del culo con suerte y para de contar.

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