miércoles, 23 de marzo de 2011

VIVIR DE BUENA GANA


Menudo rapapolvo nos echaba ayer en su blog, Miguel Sánchez-Ostiz, a los que opinamos de todo sin saber de nada. Ya lo dice el refranero, aprendiz de mucho, maestro de nada. Advertía MSO que no sabiendo él de la mayoría de las cuestiones de actualidad que ocupan el mentidero mediático, bloguero o lo como sea, así y de otras muchas, no sucedía lo mismo con sus compatriotas, con su circo mediático, con su pompa.

Nunca imagine que en España hubiese tal cantidad de ingenieros, físicos y expertos en energía atómica, tal cantidad de vulcanólogos, de tácticos militares (aquellos ojalateros del general Diego de León), de economistas, de jurisperitos en el derecho de gentes, de geógrafos, de budistas, de expertos en "el alma japonesa"... algo asombroso, qué aplomo, cuánta sabiduría... Anonadado. O viene todo en la whiskypedia o el mío es un país de sabios.

Pues me temo que éste vuelve a ser uno de los juicios certeros de MSO por lo que nos atañe a la mayoría. Se le podría rebatir que vivir de buena gana es también en buena parte opinar de lo que te de la gana. Al fin y al cabo no hay nada más humano que hablar por hablar, acaso la sal de la vida, cuanto menos del café del día a día, ya en nuestros días no solo donde vetan el humo, sino incluso también delante de un ordenador. Suele suceder a poco que te afecten las cosas que te rodean, que se te remueva algo dentro y de ahí la osadía con la que te sientes tentado de dar a conocer tu opinión. Luego también hay que tener en cuenta la cuota de vanidad, petulancia o ignorancia de cada cual. No está de más, por supuesto, reconocer el limitado alcance de la opinión de cada uno, la trascendencia más bien corta de la perorata del día, poco más que una flatulencia dialéctica o por el estilo. Hay un abismo entre la repercusión de la salida de tono de un fulano cualquiera junto a una barra o sobre un teclado de ordenador, y los argumentos supuestamente sesudos del experto con galones en la sección de opinión de la que llaman prensa seria, y que acaso solo lo es patrocinada por el correspondiente grupo empresarial con todos sus dineros e intereses en juego.

En cualquier caso, hace bien en recordarnos a todos MSO eso de que "zapatero a tus zapatos" o "cada uno es maestro de su oficio". Como el suyo es de escritor sus cuitas diarias, vivencias y opiniones vienen recogidas, casi que de oficio, en dietarios como el recientemente publicado, VIVIR DE BUENA GANA (2011 Alberdania). Se trata de un género que MSO ha sabido dignificar desde aquel de LIQUIDACION POR DERRIBO. Y lo ha hecho porque en MSO es casi obsesión alejarse de las taras al uso del género, en especial de la tentación de muchos escritores de utilizarlos para redondear la puesta en escena que hacen de sí mismos, eso y también como arma de combate para repartir navajazos a diestro y siniestro o saldar cuentas pendientes, y no siempre con uno mismo. Así pues, en los dietarios de MSO podemos encontrar no solo su peculiar y gozoso estilo, sino también su franqueza habitual (si es que su estilo no reside precisa o esencialmente en esto). Luego ya que coincidamos o no con las opiniones que el autor vierte en ellas es de lo más normal, estaría bueno que por seguir y disfrutar la obra de un autor acabáramos convirtiendo todo lo suyo en palabra de Dios, te alabamos, señor MSO; eso no ocurre ni con nosotros mismos. Claro que en el caso que nos ocupa la sinceridad nos obliga a reconocer que sí lo hacemos en la mayor parte de lo escrito, siquiera en lo que se puede intuir como lo que dirige la mirada del escritor hacia un lado y no otro, incluso con muchas de las querencias u obsesiones del autor, a destacar su francofilia literaria que es como refrescar y también ampliar la propia; a veces incluso para coincidir en el bluff sin límite que le parece a uno el tal Modiano…

Por lo demás, tengo la sospecha de que MSO utiliza el dietario no solo para levantar acta de lo cotidiano, sino también a modo de cuaderno de apuntes para libros de viaje que ya no necesitan ser escritos. Eso le redime de las ataduras del género o, más bien, de las editoriales, por lo que el resultado se me hace mucho más fresco, inmediato, auténtico incluso, que eso otro de novelar lo viajado que es en lo que dan la mayoría de los libros de viaje.

Para terminar, y como ya no sé qué escribir para animar a los cuatro gatos que me siguen para que se acerquen a este autor, siempre a riesgo de no poder ya despegarse de él a poco que se dejen atrapar por uno de los contados escritores españoles que todavía parecen tomarse en serio esto de la literatura sin aparentes concesiones, eso que llaman mundo propio y que casi que parece ya una antigualla tratándose de escritores, subrayar mi perplejidad porque ni en la contraportada, ni en sus solapas, se advierte al lector de que muchas de las notas de este cuaderno de campo corresponden también a lo aparecido en el blog homónimo del autor. No me parece mal rescatar lo que el blog condena al olvido si son de la calidad de las de MSO. Pero se avisa. Cosas de la editorial, seguro.

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