Pocas veces desayuno con una noticia tan hermosa como la de hoy. Una revolución sin armas, una revolución sin políticos mangoneantes, una revolucion de jóvenes lo suficientemente hartos, preparados y desesperados como para dejarse la piel, y hasta la vida, en las calles, el primer déspota árabe que se va sin opción a crear una dinastía republicana, el primero que lo tiene que hacer pese al sangrante, repugnantemente racista y paternalista apoyo de todos los gobiernos occidentales que nos venden la burra de la democracia y los derechos humanos mientras sostienen dictadores porque son buenos, son unos hijos de puta pero son sus hijos de puta, que dijo Roosevelt de Somoza, que se va porque los wikileaks le han sacado las vergüenzas, porque en la era digital el control del poder sobre el ciudadano ya no lo va a ser tanto, porque la libertad asoma con un golpe de teclado, porque no somos tan sumisos e ignorantes como pretenden hacernos creer, porque los tunecinos no son los árabes fanáticos, ignorantes e incompatibles con la democracia que nuestros políticos pensaban, que les gustaba pensar. A tomar por culo Ben Ali y detrás de él Mohamed V, Mubarak, Al Asad, Al-Hussein y compañía. ¡DOMINÓ, DOMINÓ! ةﺪﻴﻌﺳ ﺔﺻْﺮـُـﻓ ¡
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