viernes, 28 de enero de 2011

MUY PLASTA Y MUY DIGNO


Durante mi hora y pico de patear calle arriba abajo, esta vez, como muchas otras, tirando del cochecito de Mk. Llego a un paso de cebra, espero a que se ponga verde para cruzar. Se pone, cruzo, y el tipo que junto al semáforo estaba haciendo cucamonas al crío que sigue a mi vera, mascullando vete a saber qué porque yo llevo los puestos los cascos para escuchar música mientras ando y no me apeo de nada de lo que me dice. Total que ya voy a girar la esquina y el tipo que no se me despega. Me quito los cascos a ver, a escuchar, de qué va el tío. Y en eso que le oigo no sé qué rollo de un conato de atropello en el mismo sitio donde acabamos de cruzar, que si el del coche le dijo que pasaba por allí todos los días y que ese andaba pelín despistado, y el tío que eso no es excusa, que si llega a atropellarlo le jode vivo, que ya tiene lo suyo con no sé qué lesión tampoco me acuerdo dónde, y que no se puede ir por la vida así a lo loco porque a la gente como él todo son hostias, ya le paso una vez que... Yo ya no puedo más, que no salgo de paseo para pegar la hebra con el primer desconocido que se me pega así por las buenas, si te hace gracia mi crío anda y cómprate uno. Pero claro, la educación para con el prójimo ante todo, en cambio con los que conozco puede qye ya no tanto, si llega a ser un testigo de Jehova, una telefonía, el del banco, un pasma o una suegra, puede que ya lo hubiera mandado a tomar viento. Pero como no lo es tiro de paciencia, y como parece que reclama mi opinión apenas acierto a contestarle que: "bueno, hombre, equivocarse es humano, cualquiera tiene un mal día". Pues oye, se ve que esa no era la contestación que estaba esperando, que no estaba a la altura de de su discurso o algo por el estilo, que el tipo coge y, ni corto ni perezoso, frena en seco y se me mete en una tienda de revistas sin despedirse ni nada, a la francesa, oh, lá, lá; como que me entraron ganas de ir detrás de él y preguntarle por qué no seguía dándome la chapa, que no me podía dejar así con las ganas, necesitaba saber cómo terminaba su historia, seguro que esa noche no pegaba ojo.

En fin, no andan pocos zumbados ni nada por ahí, y lo peor es que seguro que servidor también es uno de ellos.

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