martes, 18 de enero de 2011
LA ZORRA EN EL GALLINERO
Todavía no puedo dejar de frotarme los ojos ante la noticia de que mi paisana y consejera de cultura del Gobierno Vasco, Blanca Urgell, vascoparlante y profesora de filología vasca, ha nombrado miembro del Consejo del Euskera, esto es, la comisión que tiene por objetivo aportar ideas para la promoción y uso de la lengua vasca, nada más y nada menos que a Jon Juaristi, conocido tanto por su labor ensayista (la cual, si quitas todo lo que le sobra de pedantería pura y dura, amén de la mala leche innata con la que trata estos temas y em la que se nota que hay mucho de resquemor por allá él qué motivos personales, es bien que meritoria como descodificadora de la mayoría de los mitos nacionalistas vascos y en especial de la figura de Sabino Arana) como por su errante trayectoria política desde ETA, Euskadiko Ezkerra, PSOE y, ya en nuestros días, al PP de Aznar, el cual le colmó de honores como la dirección del Instituto Cervantes. En cualquier caso, nada que se pueda reprochar a todo aquel que ejerce su derecho a la reflexión, la autocrítica y por lo tanto al cambio constante de opinión. No obstante, una cosa es el respeto de las ideas ajenas, y cuanto más distantes mayor éste, y otro tomarle el pelo al personal. Si Juaristi ha despotricado a gusto contra la lengua vasca, la ha denigrado con sus declaraciones, ha puesto en tela de juicio el derecho al proceso de recuperación de ésta, e incluso ha despreciado a los creadores que la utilizan conminándoles a abandonarla, así como a todos sus hablantes sin excepción por empeñarse en su conservación, por supuesto que está en su derecho, tanto como otros a reclamarle un mínimo coherencia y hasta de veracidad en sus palabras, puede que hasta a exigirle algún que otro argumento o dato.
Pero una cosa es la sana discrepancia, el ejercicio otro tanto de la ironía, incluso la mala leche, para referirse a las cosas del contrario, y otro ya meterse en casa de un prójimo que de entrada dices que no te gusta, que desprecias, y ponerte a remover en sus cosas, hurgar en sus heridas y/o sobre todo ponérsela patas arriba para que no pueda estar mejor de lo que está o debería estarlo. Por eso deja de piedra, e indigna lo suyo, el nombramiento de Juaristi para un organismo cuya función principal es la promoción y uso del euskera, nada más y nada menos que a una persona que se ha destacado publicamente por hacer y pedir todo lo contrario. Puestos a pensar mal, servidor sospecha que la consejera, o bien quedó embelesada por los supuestos y ocultos encantos de Juaristi en su tiempo de profesor de la Facultad de Letras de Vitoria, o es que ha tenido que tragar con la cuota que le han debido imponer sus socios en la sombra, Basagoiti y los suyos, siempre dispuestos a poner todo tipo de palos en las ruedas de lo que parecen juzgar exclusivo del adversario, cuando no cosas de consumo exclusivo para fánaticos sabinianos y sus primos terroristas, en este caso el euskera.
En todo caso, y dado que este gobierno vascongado cuyos miembros pretendieron en su tiempo, de elecciones, seamos claros, engatusarnos a muchos euskaltzales con su propuesta de euskera en libertad, esto es, una apuesta por la promoción de la lengua y su cultura lejos del sectarismo identitario de los nacionalistas, parece decidido, como en tantas otras cosas, a tirar por la calle de en medio y apostar por el maximalismo anti euskera, o cuanto menos la falsa equidistancia o la indiferencia despreciativa, como otros lo hicieron en su tiempo con otro de signo contrario. En todo caso y aunque nos duela a muchos de los que creíamos en su tiempo la posibilidad de todo lo contrario, cada vez más lejos del propósito inicial de buscar puntos de encuentro entre las dos comunidades socio-culturales que, por mucho que le escuezan a algunos y hasta que lo nieguen o oculten, existen en la Comunidad Autónoma y cada vez más separadas y recelosas una de otra, y más en el de la vuelta de la tortilla pura y dura, a lo ahora nos toca a nosotros y que se jodan los que se fueron, caña a Urkullu y pedorretas a Aintzane y lo que queda de EA y EB, y siempre siguiendo la política de meter a la zorra en el gallinero que parece ser el objetivo de Urgell, Rivera y compañía, propongo no andarse con chiquitas y despedir a todos los miembros actuales, excepto Juaristi, claro está, para así poder nombrar a otros como Aurelio Arteta, Jose María Ruiz Soroa, Edurne Uriarte, Carlos Martínez Gorriarán, Fernando Savater, el mismo Fraga Iribarne o, ya de cabeza al río, al general Galindo si hiciese falta.
Siendo así, ¿alguien tiene alguna duda de cuál sería la primera recomendación de este nuevo Consejo del Euskera partiendo de la idea de que para la mayoría de ellos el reconocimiento de la oficialidad de la lengua vasca y su enseñanza ya son de partida uno de eso excesos a los habría que poner freno porque, aparte de suponer un desagradable grano dentro de la idea sacrosanta de la uniformidad jacobina de esta Castilla ampliada que llaman España, también, amenazaba la libertad de negar lo propio o despreciar lo del vecino? Exacto, peor todavía que en Iparralde...
*Apenas se distingue, pero el que está sobre la bandera es Juaristi en una perfomance que tiene de provocativa lo mismo que podría tenerlo otra que tal de la Izquierda Abertzale; ellos y sus banderitas, por qué no las dejarán donde tienen que estar, en los edificios oficiales y poco más.
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