domingo, 30 de enero de 2011
LA FARÁNDULA DE LOS TUBERCULOSOS Y LOS DIABÉTICOS SUICIDAS
Velada de teatro, o eso parecía. Luego ya lo fue casi de estornudos casi en exclusiva. Un no parar, empieza uno de repente surge otro por otro lado, se le suma el siguiente y así hasta que forman una cadencia que ríete tú de la Heroica de Beethoven. Y en esas que de repente cesa el estruendo pituitario, crees que por fin vas a poder escuchar la función desde tu asiento a tomar por saco en el palco de la última planta. Pues no, el tipo del asiento de atrás que le apetece un caramelo, el cual, faltaría más, está envuelto en uno de esos papeles de celofán que tanto ruido mente al abrirlos. Como parece que el pavo no quiere dar demasiado el cante abriéndolo de golpe, procura desplegar despacito, despacito, el puto envoltorio de los cojones, con lo que solo consigue prologar el crujido del país e impide que servidor se concentre en el texto de la representación, que ya es de por sí difícil de seguir. Y cuando por fin consigue llevarse el puto caramelo a la boca, porque el señor no podía seguir la obra sin tomarse uno, a saber si era para la tensión o para que no se le disparará los niveles de gilipollina, resulta que un par de filas más adelante, o atrás, qué más da a efectos, otros tantos dulcependendientes no pueden resistirse y echan mano a sus correspondientes caramelos, con lo que si antes teníamos un concierto de estornudos ahora toca de celofanes. Y por supuesto, es llevarse cada uno el caramelo a la boca y empezar a toser desde otro punto de la sala, con lo que vuelta a empezar la cadena de aprovecho que ese tose para hacerlo yo y luego tú como el que no quiere la cosa, me voy a peder yo el teatro por un catarro, eso o es que han repartido entradas gratis en una asociación de tuberculosos. Sea como fuera, a mí también me entró ganas de estornudar e hice todo posible por aguantarme, otros no estaban por la labor, quizás no podían por lo de la tuberculosis galopante o por el estilo, y si no anda y que se jodan los demás, el norte es lo que tiene el invierno, que el no tiene un resfriado tiene un caramelo de menta o le da por comentarle a la parienta en mitad de la representación algunos pormenores de la misma, como si estuviera en el salón de su casa sin ir más lejos, si es que... si es que te entras ganas de no salir del tuyo.
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