martes, 11 de enero de 2011
SILENCIAR LA INFANCIA
No hay día que uno no encuentre motivo para la cosa esa tan gratificante de alucinar en colores, y no precisamente porque se hayan descubierto nuevas drogas o salgan a diario declaraciones de Felipe González asegurando que él con sus dos bolas y un palito habría solucionado a estas alturas lo de la crisis en lo que tardaba el comisario Amedo en ir en cantarle a un periodista de EL MUNDO todo lo que sabía de los GAL, o puede que otras de Aznar en las que asegura poder hacer otro tanto con solo liberizar el cielo, como hizo en su tiempo con el suelo, generando de inmediato una nueva burbuja atmosférica o por el estilo. Ahora resulta que los vecinos del barrio donde se encuentra el colegio al que llevo al mayor se han quejado del ruido provocado por las actividades extraescolares del mismo, tócate las narices por no pecar ya directamente de grosero.
Estimadas familias,
Como ya sabrán, una comunidad de la vecindad del C.P. La Ería ha denunciado tanto a la Consejería de Educación del Principado de Asturias como al Ayuntamiento de Oviedo por supuesto exceso de ruido proveniente de la cancha cubierta. Además, mencionan en la denuncia las actividades curriculares (como la Fiesta del Amagüestu, las actividades en el patio, el uso de silbato por parte del profesorado,etc.). Con todo ello, solicitan el cierre cautelar de las instalaciones, pudiendo abarcar este termino a todo el patio.
Vamos, que de repente los vecinos de La Ería se han enterado de que esas extrañas instalaciones que se encuentran en el centro del antaño descampado de La Heria alrededor de cual se levantan hoy en día sus edificios de pisos son utilizadas por un tropel de mocosos que meten una bulla de espanto, y no precisamente a las tantas de la noche cuando uno está en su derecho de reconciliar el sueño, si no en horario lectivo, in-to-le-ra-ble. ¡Una verdadera vergüenza! Dónde se habrá visto tamaña indecencia por parte de un colegio público, organizar saraos para sus tiernos infantes, actos tan execrables como el amagüestú, el Carnaval o, lo que ya clama al cielo por lo que tiene de fomento del espíritu deportivo, ya se sabe, se empieza animando a tu equipo de futbito de 3º de Primaria y como te descuides acabas de ultrasur o boix noi a la primera de cambio, partidos de lo que sea en el Polideportivo.
Será que la ama o amo de casa de turno no puede escuchar el programa de la Quintana por las mañanas a causa del ruido que meten los críos en el patio, que a los pobres vecinos el griterío de semejante manada de impúberes hooligans no les permite echar la siesta tras la correspondiente jamada de pote asturiano o por el estilo. En fin, a saber qué razones, chorras de necesidad, habrán alegado los denuciantes para pretender que en un colegio público dejen de desarrollarse las actividades que precisamente se tienen que desarrollar en un colegio público, esas que llaman curriculares. A ver si lo que pretenden es que el entrenador se dirija a los chavales susurrándoles las órdenes a la oreja o que el Carnaval lo celebre una compañía de mimos.
¿Que te ha tocado un colegio a rebosar de infantes gritones, entrenadores vocingleros con pito incluido o vivir en una región con costumbres tan bárbaras como el Amagüestu? Pues anda y jódete, majete, que ya sabías lo que había cuando te fuiste a vivir al lado de un COLEGIO, a ver si ahora vamos a tener que dar prioridad al silencio de tu puta existencia antes que a la educación de nuestros hijos, memo, más que memo.
A mí esta queja de los vecinos, supuestos, de La Ería, me suena a los típicos adultos estirados soplapollas que cuando entran en un restaurante, o adonde sea, y ven que hay niños empiezan a protestar porque lloran o juegan alrededor de las mesas. Claro, claro, mejor los drogamos con somníferos o les sacudimos una descarga eléctrica con una porra para que se estén quietecitos, ni siquiera molesten con el sonido de su respiración, todo para que tú puedas vivir en ese mundo ideal sin niños, ya que como es sabido por todos, los tipos como vosotros nunca fueron niños, surgisteis poco más que por generación expontánea. Anda que no hay pocos gilipollas ni nada asomados a las ventanas de La Ería.
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