miércoles, 14 de diciembre de 2011
AMIGUITOS Y VASALLOS
Cuenta Iñaki Anasagasti en una de sus confesiones digitales, que rompió con el rey, con el Borbón, se entiende, las relaciones más o menos amistosas que habían tenido hasta el momento, a raíz de la guerra de Irak, y más en concreto, de una conversación que mantuvo con él sobre ésta y en la que rey, tirando de esa campechanía que lo caracteriza, siquiera porque hay poco más que pueda hacerlo, y desde luego que no precisamente sus dotes intelectuales o por el estilo, le soltó que a él, como militar que era, las guerras le gustaban lo suyo. Entonces, asegura Ansagasti, lo mandó directamente a freír espárragos diciéndole que si tanto le gustaban las guerras que mandara él a su hijo, el principito, ese que dice la Urbano que es de derechas, no va a serlo.
De modo que ya sabemos que al monarca de no todos los españoles le gustan las guerras. Lo que nunca le ha gustado, en cambio, son las cuentas claras, qué vulgaridad. Nunca las ha dado, y mira que se las han pedido. Pero ya se sabe, los que lo hacían o eran los rojos desfasados de IU o los cerdos separatistas del ERC, PNV y similares, gente que no quiere a España, que la quiere roja o rota. Menos mal que ahí estaban el PP y el PSOE para sacarle la cara al monarca; de lo de su majestad nada de nada, el rey sólo rinde cuentas ante Dios y la Historia.
Pues ahora dice que las va a dar, no vaya a ser que la mugre que lleva acumulando la corona desde hace mucho, pero mucho, y de la que lo de Urdangarín no es sino el último y más escandaloso episodio, sea tanta que no aguante el peso. Sobre todo ahora que a ciertos sectores, todavía muy, pero que muy minoritarios, o se les ha caído la venda de los ojos o han acabado reuniendo el valor suficiente para hacer frente a esa censura inducida desde arriba y que venía a establecer que todo lo que rodea al rey y los suyos era poco más que sagrado.
Ya veremos cómo la prensa cortesana -insisto que en España toda con alguna que otra y siempre minoritaria excepción, Público, Deia, Avui, Gara y demás panfletos...- intenta con el tiempo quitarle hierro a lo de la rapacidad sin límites del de Vitoria, cómo sepulta la noticia de su saqueo a los fondos públicos con la complicidad de la codicia de ciertos políticos y el lacayismo vergonzante de la mayoría. O puede que no, puede que ya puestos convenga hacer de Iñaki la cabeza de turco que pague por todo, que sirva para desviar la atención de los caprichitos de su majestad, de sus amistades cuanto menos "peligrosas", con y sin turbante o chilaba, de los negocios no del todo claros de muchos que pasaron por esa cueva de Alí Babá que llaman Casa del Rey, así estén ya criando malvas algunos de ellos.
A Camps parece que lo quieren trincar por unos trajes sin recibo que no son sino el chocolate del loro del continuo y concienzudo saqueo de las arcas públicas valencianas por todo tipo de "amiguitos". No está bien eso de recibir regalitos cuando eres una personalidad pública, menos aún aceptarlos al grito de "amiguito del alma, te quiero un huevo". Pero entonces, qué decir de aquellos empresarios que le tunearon de su bolsillo El Bribón al monarca. ¿Eran "amiguitos del alma" o es que nunca tuvo un rey mejores y más desinteresados vasallos?
Anda que no da poca grima ni nada toda esta puta chusma.
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