jueves, 29 de diciembre de 2011

AMADOS LOS UNOS Y LOS OTROS



Nos llenan de imágenes y comentarios acerca del duelo desproporcionado y preceptivo del pueblo norcoreano por la muerte de su amado lider Kin Jong-II. Lo hacen porque éste resulta a todas luces esperpéntico, claro ejemplo de lo anacrónico de una tiranía como la norcoreana, una mezcla de estalinismo al uso y la tradición monárquica nativa y secularmente aislacionista cuyo resultado no parece ser otro que eso: esperpento. Siendo así, los periodistas no se privan de hacer todo tipo de comentarios a medio camino entre la burla pura y dura y el paternalismo buenista más repulsivo: pobrecicos los norcoreanos, viven aislados en una burbuja impuesta por sus dirigentes, no saben nada del mundo exterior, de ahí esas escenas como de otros tiempos.

Claro, claro. Pero volvemos a España y nos encontramos con un parlamento que aplaude a rabiar al jefe del un estado que se dice monárquico, que lo colma con todo tipo de elogios porque después de TREINTA AÑOS por fin se decide a rendir cuentas de lo que recibe y de lo que gasta a cargo de todos los españoles. Algo así como si yo, después de no haber pagado el impuesto de circulación durante diez años, me veo obligado a hacerlo de golpe porque quiero vender el coche y el funcionario de turno, en vez de ponerme mala cara, coge y me da las gracias por hacerlo, que no hay ciudadanos tan ejemplares como un servidor. Y si el Borbón lo hace no es precisamente porque se haya despertado un día y haya dicho de repente: esto no puede ser, tanto oscurantismo en mis cuentas no es propio de una monarquía que se dice constitucional, democrática; ¡Sofía!, ¡Llama a Sppotorno, que me prepare una hoja Excel que hoy voy al parlamento a rendir cuentas! No, esto pasa porque el yernísimo metió mano en cuanto fondo público le pusieron a su alcance. Pero tranquilos, que por si hay alguien tan mal pensado, tan mal español, alguien que no sea un rojo revenido o un peligroso separatista, que se le ocurrió pensar que el Borbón se refería en su discurso coñazo de todos los años a su yerno, ahí estaban el PSOE y el PP el pleno para salir en defensa de su monarca con el cuento de que no, hombre, que el rey cuando hablaba de honradez y ejemplaridad lo hacía así como en general, faltaría más. Ejemplaridad en el ejercicio de la función pública como enterarse de los chanchullos de Iñaki y en vez de correr al juzgado a denunciarlos, aconsejarle que se alejara unos miles de kilómetros de casa, hasta Guasintón para seguir viviendo a papo de rey, a papo del rey, esta vez con el sueldo de uno de esos empleos que la empresa lacaya de turno, Telefónica, confecciona a medida del interfecto. ¿Eso si lo hace un mindungui como cualquiera de nosotros no le llaman "encubrimiento"?

Pues eso, que sí, majos, qué gracia los norcoreanos que lloran a su amado líder como niños, y qué finos, en cambio, nuestro políticos y periodistas que aplauden a rabiar a su amado monarca y hasta le ríen alguna que otra de sus gracias sin puta gracia.

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