sábado, 31 de diciembre de 2011

LAMPEDUSA FOREVER


Tiene razón la revista TIMES cuando elige al manifestante, the protester, como el protagonista del año, poco importan las razones de éste, su origen o el devenir de las protestas que haya protagonizado. Ha sido el año de la llamada Primavera Árabe y los diferentes 15M por todo el mundo. La primera ha supuesto una vuelta de página en la Historia con muy diferentes resultados y lecturas. Si en el país donde prendió la mecha de la revuelta, Túnez, todo anunciaba que un despertar de los pueblos árabes secularmente sometidos a todo tipo de tiranos o democracias de chichinabo, un nuevo amanecer que dejaba atrás el paternalismo con el que sus dirigentes y occidentes les habían tratado, como si la democracia fuera un lujo para el que no estaban preparados, lo que vino después puede que fuera igual de emocionante, esperanzador, como testigos directos de la Historia que hemos sido desde nuestras butacas; Egipto, Yemen, Libia, Siria. Los resultados, en cambio, difieren mucho de un lugar a otro. Difieren en su evolución y sobre todo en el fondo. Desde la caída de Mubarak en el páis más poblado del mundo áraba al derrocamiento por las armas y posterior magnicidio del loco Gadaffi en su país de cuatro gatos y todos mal avenidos, la patética actuación del de Yemen y la trágica reacción de criminal Al-Asad a la desesperada, un drama con todas la de la ley que a saber cómo acaba. Sin embargo, tanta ilusión y esperanza de un nuevo mundo árabe en el camino hacia la verdadera emancipación y cuánta decepción a la vuelta de la esquina, cuántos nubarrones en menos de un año al poco del subidón. Y todo porque la mirada que teníamos sobre esos países era poco más que una proyección de lo que conocemos, de lo que creemos que es justo, como nos gustaría que fuera de acuerdo a nuestra cultura occidental, los valores que creemos y son universales porque así nos lo enseñó la Ilustración. Sin embargo, ellos, con las excepción de sus minorías más o menos educadas, quizás con la del Tunez laico y urbano que siempre miró más a Francia que a la Meca, parece que van por otros derroteros, que cuando no son los de su tradición islámica con las victorias de los islamistas en las primeras elecciones verdaderamente democráticas, lo son de la tribal como en Libia o Yemen, allí donde parece que se quitaron de encima a sus sátrapas para volver a la lidia entre tribus, clanes, sectas y demás mandangas. Creíamos que les iba a dar por la democracia como nosotros la concebimos, la de la Ilustración y la Revolución francesa, y ellos nos salen con la restauración del Califato o la Sharia como fuente jurídica de sus futuras constituciones, y con ello también la vuelta, o continuación, del oscurantismo religioso, la postración de la mujer allí donde ya lo estaba y la amenaza de hacerlo donde parecía haberse emancipado como en Túnez. Todo apunta a negro, y esto, después de toda la alegría televisada, también anuncia un 2012 de decepciones una tras otra, de reflujo de ese ímpetu revolucionario, que parece ser ley de la Historia en estos casos, En fin, dictadores, reyes, juntas militares o islamistas, supuestamente democráticos o moderados, de momento y por estrategia, que solo están dispuestos a maquillar las cosas para que se cumpla el precepto lampedusiano de que se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi.

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