martes, 13 de diciembre de 2011

LOS CABRONES SIEMPRE TIRAN AL MONTE


Mira que me propongo intentar escribir cuanto menos posible de las cosas del paisito, de LA COSA que lo ocupa desde hace décadas. Me digo que si oficias, o pretendes hacerlo, de juntaletras mejor dedicarte a cosas más lúdicas, si no son de finuras literarias o por el estilo, sí al menos de buscarle el lado donoso, sandunguero o acaso apenas grueso a lo cotidiano, vulgo, hacer reír con las cosas del día a día. También es verdad que no rehuyó de la actualidad del periódico o de la radio, que siempre encuentro motivo para hacer una entrada a cuenta de una noticia más o menos chusca o sólo divertida. Creo que merece la pena intentar sacarle punta a lo que nos rodea, compartir la insustanciliadad intelectual propia con el prójimo, divertirse un poco.

Sin embargo, y aún siendo consciente de lo mucho que me aburre ya el tema y de lo que puedo aburrir a otros, no hay día o semana que alguna noticia relacionada con la política de mi terruño no acabe sacándome de mis casillas. Y mira que debería estar curado de espanto, que tendría que saber pasar de todo, siquiera como aprendieron a hacerlo en su momento tantos y tantos paisanos. Pues no puedo, hay veces que no, que también me digo que para qué tienes un blog sino es para verter en él la bilis que te genera cierto tipo de noticias. Mejor hacerlo ahí que darle la murga a tu pareja cuando llega a casa o por el estilo.

Así pues, leo hoy en El Correo que los junteros de BILDU en la Diputación de Álava piden que se elimine la subvención de 100.000€ a la Fundación Fernando Buesa, la cual trabaja desde hace tiempo por la deslegitimación social de la violencia y por mantener viva la memoria de las víctimas del terrorismo a través de diversas iniciativas. Llegados a este punto, conste que no dudo de la idoneidad o no de reducir este tipo de ayudas en época de crisis, de recortes, máxime cuanto hay tantas, que a saber hasta qué punto no se podría coordinar y reunir la actividad de todas en una única, que a saber qué hacen con todo ese dinero, que a saber las prioridades en estos momentos. Pero, un pero como una casa, si no sé de prioridades presupuestarias, al menos sí creo entender algo de idoneidades éticas o políticas. Así que para mí no puede estar más claro la falta absoluta de esta iniciativa viniendo de parte de quien viene. No es sólo que queda feo que los que hasta hace dos días jaleaban los crímenes de ETA ahora piden que les cierren el grifo a las asociaciones que tienen como objetivo mantener viva la memoria de sus víctimas y concienciar a la ciudadanía acerca de las consecuencias trágicas e inmorales del terrorismo, también es profunda y escandalosamente ofensivo, de hecho es una verdadera tomadura de pelo y un insulto a conciencia, que lo haga la misma peña que destina allí donde gobierna dineros para las familias de presos, de los verdugos. Y lo es sobre todo porque ésta apenas es una anécdota de la hipocresía moral de la gente de BILDU, esos que dicen apostar ahora por los métodos pacíficos y que hay que mirar al futuro. Peor aún, anécdotas como éstas no hacen sino confimar los peores temores de los que recelamos por principio de la sinceridad de la masa social de la izquierda abertzale, no tanto de sus dirigentes más "iluminados", cuando aseguran que han cambiado, que están dispuestos hasta a reconocer el daño infringido. Porque una cosa es que el listo del rebaño de borregos, Otegi, afirme que hay que reparar a las víctimas, poco importa si lo hace desde la convicción o la pura y dura estrategia política, y otra muy distinta que esos borregos del mundo en cuestión que durante décadas lanzaban goras a ETA, que alentaban sus crímenes y amenazaban a todo aquel que no pensara como ellos, todas esas malas bestias entre las que hemos crecido y a las que hemos sufrido con su oquedad mental, su fanatismo a prueba de piedad alguna, haya podido cambiar de la noche a la mañana. Como mucho estarán a lo que les dice su líder, convencidos de que lo hace antes que nada para conducirles con algún que otro viso de éxito, que sólo ellos ven, por ese nuevo camino hacia la victoria final. Todo lo demás, lo que no tenga que ver con sus objetivos, sus querencias, sus mitos, se la sigue trayendo floja. Por eso en cuando tienen una ocasión como la de las enmiendas a los presupuestos forales, en cuantico se les deja sueltos sin la supervisión de papa Otegi, en cuanto hablan con su corazón de hielo en la mano, se dejan llevar por lo que les pide el cuerpo, su sectarismo al uso, su secular espíritu banderizo, tribal, su cultura mafiosa, su falta absoluta de arrepentimiento, de piedad: al enemigo ni agua. Y el enemigo, por supuesto, ahora y siempre, siquiera sólo para su conciencia, son las víctimas. Son los mismos canallas de siempre, sólo que ahora se lo piensan dos veces por si acaso, porque les conviene, no tienen otra si de verdad quieren que se les oiga. Y puede que ya fuera hora que al menos dejaran de apoyar a los asesinos, que se decidieran por jugar con las mismas reglas que todos. Toca soportarlos, aceptarlos como uno más en la normalidad, hacer de tripas corazón; pero, para qué engañarnos, al menos no más de lo justo, la inmensa mayoría de ellos siguen siendo lo que fueron. Así que conviene recordárselo cada vez que intenten entorpecer, retorcer, ocultar, el relato del verdadero calado de lo que hicieron.

Y lo peor no es eso, lo peor de todo, lo que de verdad me subleva, es la impresión de que esa falta de sensibilidad, no digamos ya empatía, que estos canallas exhiben hacía sus víctimas, empieza a extenderse a gran parte de la sociedad vasca que parece no tener muy claro quién es el malo en esta historia, acaso porque nunca lo tuvo, que empieza a percibir a las víctimas como un engorro, gente que sólo quiere dar la nota, chupar del bote como dicen algunos, siquiera sólo poner palos en la rueda esa del supuesto proceso de paz. Cómo no temer algo así cuando han sido décadas de mirar hacia otro lado, de justificar por los bajines lo injustificable, de empatizar con los verdugos antes que con sus víctimas; no hay poca miseria moral ni nada en esta mierda de sociedad ética y moralmente enferma de tanto mirarse al ombligo y creer que éste también es el del mundo.

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