sábado, 31 de diciembre de 2011
OMEPRAZOL (o de lo que va de tomar una pirula a una vomitona )
Bueno, por mi parte ya está celebrada la Nochevieja. Hoy cena familiar con reencuentro gastro-nostálgico, esto es, la cocina de toda la vida en mi casa: berza con guindillica (repollo para los galaico-astures), mucha almeja en salsa verde, gambas al ajillo, gulas con guidillica, caracolillos (bígaros también para los galaico-astures), ostras con limón y parece que, como el rodaballo al horno ya se lo tomaron en Navidad, a joderse toca y de plato fuerte tres bogavantes que sólo sabe Dios cómo nos saldrán. Y es que como tenemos inutilizada a la señora de la casa, mi santa madre que en la cama esté, nos toca hacerla a los hombres de la casa. Así que ha sido tomarme una pirula para mitigar el estado lamentable en el que me he levantado esta mañana tras la jarana de anoche, y ponerme a ver vídeos de cocina en youtube con mi viejo, vamos, David de Jorge por un tubo; he acabado hasta los huevos, del viejo, digo.
Y es que nada como una vomitona para vaciar todo el vicio que llevaba en mis entrañas, producto de la alegre y alocada ingesta de la cena con los amiguitos, qué bonico eso de ver a casi todos (¿Montse, Maite, Carmen, Susana...?), a los que nos vemos cada dos por tres cuando vamos y a los que ya sólo de tanto en tanto, ya sea porque están en sus Madriles, de madres entregadas a cal y canto, de txoko perpetuo ahí a las afueras o vete a saber dónde.
¿Y adónde llevó la cuadrilla la simpar y pizpireta Virginia? Al puto Txapela de la calle Cadena y Eleta. Un coqueto local del centro especializado en congelados. Y no lo digo solo por las rabas y las croquetas, el Valserrano también lo estaba. Conste que no es reproche, que bastante hizo con molestarse en reservar, que la próxima que elija el que más se queje, o séase Patxi, todo queda en casa. Por otro lado, también hay que saber valorar el trato tradicional, puro vitoriano, que nos dispensaron: bordes que te cagas, bordes hasta decir basta, dame un respiro colega, que vengo de Asturias y todavía no me he aclimatizado. Pero bueno, exceptuando que cuando nos quejamos de lo frío que estaba el Valserrano casi nos dice el chico que nos lo metiéramos por el culo, y que cuando fui a sacar otra ronda de copas la rubia de la barra me soltó eso de "también me quiero ir yo de juerga por ahí", pues que tampoco pasa nada, lo de siempre; un día vamos a dar con unos camareros simpáticos, o que sólo sepan hacer su oficio sin maltratar al cliente, y no nos lo vamos a creer, vamos a pensar que es una cámara oculta o algo por el estilo. Y tampoco hay que ser tan duro, al menos no con la camarera, que bastante tuvo con aguantar impasible el festival del humor con el que el amigo Luisito pretendió obsequiarla mientras tomaba nota la pobre, que a saber si luego nos lo cargaron en la cuenta, cualquier cosa, sólo hay que pensar que asistir a semejantes perfomances no les entra en el sueldo.
En cualquier caso, en habiendo vino mediante y buena compañía, incluso guapa, ellas cada día lo están más, hasta Aranatze estaba radiante y no solo cabreada (txantxetan ari naiiiiiiz!) , o eso es lo que hay que decir para tenerlas contentas, que además no cuesta nada, sale gratis y hasta te sueltan un beso (lo más parecido al acto sexual por estos pagos...); claro que yo con un par de copas hasta le echo los tejos a David. Pues que estuvimos de cine, echamos risas y despotricamos de lo lindo contra Urdangarín & Famlily-on-law, ese chico que nadie sabe de dónde es, que ya dije anoche que cómo estará la cosa de mal para el Borbón que hasta los del PP se cagan ya en la puta monarquía, larri-larri.
Luego ya llegó el momento patético de la noche, el de ir a llenar los pubes vacíos del centro, hacer algo así como bailar, tambalearse más bien, libar cubatas a lo loco, tocarles los michelines a las chicas o ya directamente el culo (me encanta lo generosa que es Amaia), recoger a la peña del suelo, vamos, lo normal en estos casos (ya he llamado antes a Patxi interesándome por Vir, parece que no hubo conmoción cerebral, al menos él no ha notado nada fuera de lo normal, de la pedrada habitual, digo).
Pues eso, que lo pasamos muy bien así en manada, no pilla uno con pocas ganas ni nada estos excesos, luego ya el cuerpo pasa factura, te jode vivo como a mí esta mañana el bolo, que no sabía dónde meterlo, el estómago que a la que puede empieza a darte patadas, y eso sin tener en cuenta que creo que Isabel, la otra rubia de preciosos ojos azules cada día más guapa, me contagió algo de lo suyo -tampoco era cuestión de sentarla sola en la mesa de enfrente-, que no es normal lo pocho que estaba esta mañana hasta que mi señora me recetó la pilula correspondiente, y mira que me tomé un omeprazol de esos (a ver si no me olvido del de esta noche), que me alegra mucho ver a algunos aunque sea de Pascual a Ramos, y que estando las cosas como están saber de gente que le va de puta padre, o que anda todo entusiasmada con nuevos proyectos, es una gozada, puro chute de optimismo.
Pues creo que esto viene a ser en lo básico lo que me pedía Pedro anoche...
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¡Qué pena perderme el ratico que pasásteis después de la "cena del congelado"!
ResponderEliminarPedro
No sé, Pedro, no sé, bien estábamos en casica desués de cenar, que son precisamente esos raticos los que luego nos joden el cuerpo y el alma, que tenemos ya una edad probecta que se dice. Eso y que la resaca con pareja, críos y abuelos puede ser mortal.
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