viernes, 23 de diciembre de 2011
LOS SANTOS INOCENTES
Lo peor no es que a este tipejo -cuya estampa nos remite de inmediato, ya no sólo a los tipos de la Brigada Político-Social de infausta memoria, o a cualquier otro tétrico personaje con gabardina y gafas oscuras de ese régimen en el que los suyos mangonearon a manos llenas, por no hablar del su hedor a cacique decimónonico de la España más profunda y podrida, la del le voto porque me coloca al hijo y siempre es mejor que roben los señoritos que no esos otros muertos de hambre como yo...- siempre le toque la lotería, que encima se permita el lujo de cachondearse a cuenta de ello como en la rueda de prensa que dio hace unos días. Lo peor, lo verdaderamente repugnante, nauseabundo, lo que da el tono de la catadura moral de la peña que nos rodea, es que cuando lo hiciera los mierdas de la prensa que tenía delante le rieran la gracia al unísono, como si de verdad la tuviera. ¡Qué grande el Fabra, qué figura! Porque qué bonito eso de reírle la gracia al señorito, cómo reconforta compartir momentos de solaz con los poderosos, sentir que casi, casi, puedes pasar por su colega, eso cuando la verdad es que a lo único a lo que puedes aspirar es a ser su esbirro, lacayo, bufón. Porque sí, tienen razón por ahí, ¡venga Fabra, págate unos aeropuertos!
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