jueves, 20 de octubre de 2011
EL ESPÍRITU DE MIS PADRES SIGUE SUBIENDO EN LA LLUVIA - PATRICIO PRON
"...y aunque en ese momento la suma de circunstancias que habían tenido lugar había hecho que yo regresara, mi regreso no era al país que mis padres habían querido que yo amara y que se llamaba Argentina sino a un país imaginario para mí, por el que ellos habían luchado y que no había existido nunca".
Animado por la lectura de EL COMIENZO DE LA PRIMAVERA de Patricio Pron, acabo de finalizar su última novela publicada. Si la primera me pareció un curioso y muy resultón ejercicio de escritura dentro de lo que denominaba, acaso un tanto displicentemente, un subgénero de moda, el de las novelas de nazis, y en todo caso el ejercicio que de un autor a años luz de lo que se estila y hasta espera en este tipo de literatura, sospecho que apenas una excusa para dar rienda suelta a una escritura con todos los ingredientes que exige uno a la novela, voz propia, sensibilidad, humor y ritmo entre otros, y que tan escasos parecen de un tiempo a esta parte, EL ESPÍRITU DE MIS PADRES SIGUE SUBIENDO CON LA LLUVIA me ha dejado anonadado. Empezando por un título que ya es de por sí una razón de peso, de un lirismo casi insoportable, para emprender la lectura, muy al estilo de los que estila Antonio Lobo Antunes en sus últimas novelas y que, insisto, su fuerza evocadora es tal que cuesta resistirse a la lectura. Luego ya en faena me he encontrado con una historia en primera persona que me ha llevado de viaje, arrastrado más bien y a un ritmo de esos que se dicen vertiginosos, no tanto desde la Alemania donde reside el protagonista a su Argentina natal, desde su presente al recuentro con su pasado, como a ese otro imprevisible y conmovedor desde su condición de hijo a la búsqueda del sentido que ésta tiene o tuvo para sus padres (...una señal inequívoca que debía ser interpretada como la adhesión a una forma de vida convencional y alejada de las actividades revolucionarias; un niño podía ser, en un retén o un allanamiento, la diferencia entre la vida y la muerte). Un viaje a través de caminos harto curiosos, sinuosos, que transitan desde sus impresiones y emociones con su padre moribundo en el hospital (...en una habitación de hospital, en un sitio donde yo comenzaba a saber quién había sido mi padre cuando ya era tarde para todos nosotros, pero esencialmente para él y para mí), el relato de sus diferentes lazos familiares, pasando por ese otro de un crimen cometido en una lejana y pequeña comunidad del interior -el cual este servidor no ha podido evitar relacionarlo con esa otra joya literaria de BLANCO NOCTURNO de Ricardo Piglia, siquiera sólo porque la tengo reciente en la memoria-, el cual le obligara a trazar un paralelismo con la historia de la hermana desaparecida del finado durante los años de plomo de la dictadura argentina, y ya más en concreto con la historia de su padre, de sus padres, durante ese periodo.
De ese modo, la historia de esta novela es la de la revelación del pasado de sus padres por parte del hijo que hasta entonces parecía haber vivido de espaldas a él. Una narración encanillada entre las simetrías entre las historias que aparecen a lo largo de la novela, la reflexión metaliteraria y hasta onírica del protagonista acerca de cómo debería afrontar el relato de las historia de sus padres (la pregunta sobre cómo narrar su historia equivalía a la pregunta de cómo recordarla y cómo recordarlos, y acarreaba otros interrogantes: cómo narrar lo que les sucedió si ellos mismos no han podido hacerlo, cómo contar una experiencia colectiva de forma individual, cómo dar cuenta de lo que les pasó a ellos sin que se piense que se intenta convertirlos en los protagonistas de una historia que es colectiva, qué lugar ocupa esa historia.) y sus reflexiones o apuntes sobre la Historia reciente de su país, sobre su reencuentro con éste (...y yo me quedé pensando por un momento acerca de qué país era ése en el que los pobres debían ser subtitulados, como si hablasen una lengua extrajera); al fin y al cabo, esa parece ser la gran simetría a la que apunta la novela, la que hay entre el encontronazo del protagonista con la historia de sus padres, y ese otro de toda una generación, la suya, con la de sus mayores.
En resumen, una apasionante y sorprendente reflexión sobre ese trágico y reciente pasado de Argentina desde un punto de vista harto original, digno del talento de un narrador que sospecho ya consagrado para los restos, con todo el mérito del mundo. Aún diría más, son doscientas páginas de cruda literatura, esto es, la evidencia de una siempre añorada voz propia que, insisto hasta la saciedad, sorprende, emociona, divierte, y que sobre todo confima que el concepto de "novelón" poco o nada tiene que ver con el volumen, más bien todo lo contrario.
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