domingo, 16 de octubre de 2011

REDADA EN LA LILA


Domingo a la mañana, toca llevar los críos al parque de la Lila mientras su madre adecenta la casa, que viene su señora madre a comer; vaya por Dios, parece ser que ayer sábado no terminaron de contarse todo lo que tenían que decirse. Para que se ubique la peña; el parque de la Lila es aquel que rodea el cibercentro que el ayuntamiento de Oviedo tiene en un precioso palacete de tipo indiano también llamado Villa Rosita. En su parte trasera se encuentran los columpios en los que de vez en cuando paso una horica o así deslomándome detrás del pequeño, generalmente por culpa de una fuente que hay junto a los columpios y bajo cuyo caño el muy cabroncete se empeña en ponerse a ver si consigue abrir el grifo y así puede llegar a casa todo calado para que le caiga a su padre la bronca correspondiente.

Resulta que la fuente de marras está en un extremo de una especie de muro de piedra sin finalidad aparente, vamos, que no sujeta nada. Un muro de no más de metro y pico al que después de mucho tiempo por fin he conseguido encontrarle alguna utilidad. Claro que en realidad no he sido yo, sino más bien la muchachada que anoche debió estar de botellón. Como que hoy nos lo hemos encontrado convertido en una verdadera barra al aire libre, con sus cubaticas medio llenos, una botella de Absolut Vodka, varias de refrescos cuya marca no necesitan más publicidad y menos aún gratis, y de entre todo este material etílico-festivo, a destacar el garrafón de agua de cinco litros del Alimerka rellenado hasta la mitad con la sustancia resultante de mezclar sólo Dios, Alá, Shiva y compañía sabe que tipo de líquidos etílico-gaseosos y en qué demoniaca proporción; como que daba ganas de todo menos de pegarle un trago, y eso que era de un color naranja de lo más molón.

En fin, restos de un botellón cuya puesta en escena hacia sospechar de una espantada en mitad de la jarana, pues no de otra forma se puede explicar que hubieran dejado allí a medias los vasos de cubata, el vodka y sobre todo el garrafón. Claro que también a quién se le ocurre. Debieron pensar que allí detrás del palacete, lejos de la calle donde de tanto en tanto podría pasar alguna patrulla de pitufos locales, nadie les iba a molestar. Pero no tuvieron en cuenta que el parque está rodeado de edificios de seis, siete y más pisos con sus correspondientes vecinos dispuestos a cagarse en su puta madre al menor ruido nocturno, y no digamos ya a llamar a la autoridad competente.

Pobres, no se nota poco ni nada la falta de equipamiento que hay en esta ciudad para que la alegre muchachada pueda celebrar tranquilamente sus lúdicos y sobre todo sociabilizadores botellones. Por eso quiero hacer una llamada desde este humilde blog para que alguien, quien sea ya que el ayuntamiento de Oviedo se declara arruinado, se preocupe por estos chavales que lo único que quieren es disponer de espacios donde dedicar su tiempo libre al noble deporte de mamarse en manada hasta caer redondos. O no, puede que sólo achisparse lo justo para atreverse a entrarle a esa pibita que les hace tilín y que luego total acabará líada con otro pavo varios años mayor que ella; yo es que no me acuerdo porque como era de los que caían redondos...

Por lo demás, y por si alguien se escandaliza ante un hábito en apariencia tan poco sano (claro que peor sería que les diera por irse de pubes con el gasto que eso supondría para los bolsillos de sus padres o ya directamente hacer ejercios espirituales bajo la dirección de algún tarado...), que sepa que todavía hay esperanza para las nuevas generaciones que vienen por detrás: ninguno de los críos que estaban en los columpios se ha lanzado sobre la botella de Absolut Vodka o el garrafón del mejunje naranja.

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